Jueves, 2 de junio de 2011 | Hoy
CINE
En relación con los distintos tipos de abordaje cinematográfico sobre el terrorismo de Estado, Gomel indica que “el cine va abordando temas que están en relación con lo que la sociedad va pudiendo abordar”. Y lo argumenta recordando que “las películas de la apertura democrática no hablaban de la militancia sino de ‘la víctima inocente’, ‘del que padeció el terrorismo de Estado y no había hecho nada’. Van en contra del ‘Por algo será’. Era un momento en el que había que derribar el mito del ‘Por algo los habían secuestrado’”. Visconti coincide en que “el cine está muy entreverado con la realidad, no de una manera lineal ni a modo de espejo, pero sí hay algo donde ambos se nutren entre sí. Lo que hace el cine, en un primer momento en la transición democrática, es precisamente tomar esta concepción de ‘las víctimas inocentes’, de ‘yo no sabía nada’”. Y señala que hay un momento de quiebre que se produce a mediados de los ’90 “cuando aparece por primera vez la militancia en el cine con un par de películas: Montoneros, una historia, de Andrés Di Tella, y Cazadores de utopías, de David Blaustein, que si bien son distintas entre sí, las dos instalan por primera vez la cuestión de las organizaciones y de la militancia en los ’70”. Luego entrarían los hijos de desaparecidos en la escena cinematográfica como directores.
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