CINE
No es casual que el primer nombre de “Carlos” Ramírez Sánchez sea Ilich: su padre, un abogado marxista, nombró a sus otros hijos Vladimir y Lenin. Nacido en Táchira, Venezuela, y afiliado al Partido Comunista de su país a los 10 años, Ramírez Sánchez se matriculó en la Universidad Patrice Lumumba de Moscú, pero fue expulsado tiempo más tarde, en la primera de las muchas sanciones que recibiría en el curso de su vida. En Líbano se conectó con el Frente Popular para la Liberación de Palestina, que lo envió a recibir entrenamiento militar en Jordania. De gran disposición al combate, en París realizó una serie de atentados, al servicio del FPLP. Tras ejecutar a dos miembros de la policía secreta francesa, en diciembre de 1975 se puso, en Beirut, al frente de uno de los más espectaculares operativos jamás encarados por las organizaciones proárabes: el secuestro de sesenta altos diplomáticos, asistentes a la cumbre de la OPEP en Viena. Acusado de haberse quedado con los 50 millones de dólares del rescate, Ramírez Sánchez terminó expulsado del FPLP, convirtiéndose de allí en más en brazo armado al servicio del terrorismo internacional, viajando de modo incesante de Medio Oriente a Europa y de allí al Africa. Rechazado en Irak, Libia y Cuba, terminó refugiado en Sudán, donde en 1994 los servicios secretos franceses lo localizaron y arrestaron. Sentenciado a cadena perpetua en 1997, actualmente cumple condena en la prisión de Clairvaux, donde en 2003 escribió el libro Islam revolucionario.
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