Lunes, 19 de septiembre de 2011 | Hoy
LITERATURA
J. M.Coetzee, vegetariano y abstemio, llegó el jueves pasado a Buenos Aires. En su primera visita al país estuvo paseando, como un turista más, por La Boca, San Telmo, Palermo y Puerto Madero. Ayer muy temprano, antes de leer en el Filba, se tomó una lancha hacia el Tigre. El viernes por la mañana recorrió durante más de una hora la librería El Ateneo. “Maestro, es un placerlo verlo aquí”, le dijo el escritor y librero Luis Mey cuando lo reconoció husmeando entre los estantes. Coetzee le dedicó un ejemplar de Juventud. “A mucha gente le pasaba un Nobel de los buenos por al lado, un inmortal, y no sabía quién era”, comentó Mey a Página/12. El escritor sudafricano estaba vestido con jeans, zapatillas y “una camisa tipo Secreto en la montaña”, recordó el autor de Los abandonados. Curioso y amable, el autor sudafricano asintió con la cabeza y sonrió cuando escuchó que Mey recomendó a Carson McCullers a un cliente. “Miraba los libros con una fascinación absoluta. No lo reconoció nadie, pero tampoco le importó.”
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