Uno de los puntos altos de la retrospectiva “Malditos latinoamericanos” es argentino y se llama Jorge Acha (1946-1996). Reconocido sobre todo como artista plástico, Acha hizo cine al margen de las estructuras institucionalizadas de producción, financiando él mismo sus propios films, experimentales por naturaleza y alejados de la noción clásica de relato. Exhibido en su momento en la Sala Lugones y luego injustamente olvidado, Habeas Corpus (1987) es –según Ricardo Parodi, quien rescató sus films– “el compendio de las percepciones de un detenido en los momentos más terribles de su encierro: tiempos muertos que se suceden entre las sesiones de tortura, el tiempo en que descubre que posee un cuerpo hecho de fragmentos”. (A las 14.30, Sala Lugones)

Asociado a la llamada Escuela de Barcelona y la “gauche divine”, la obra del catalán Pere Portabella se aparta radicalmente del modelo narrativo, para adherir a una vanguardia artística que nunca dejó de marchar a la par con una consecuente práctica política antifranquista, en el Partit Socialista Unificat de Catalunya. De ese espíritu vanguardista y experimental –que en la gris España falangista cobraba un profundo valor político– da cuenta el programa integrado por el corto No contéis con los dedos (1967) y el largo Nocturno 29 (1968), según el propio Portabella “una serie o suite de situaciones que, aunque aparentemente inconexas, giran siempre en torno a un desarrollo temático, que da ‘cuerpo’ o unidad a la historia sin recurrir para ello a la utilización de una anécdota como continuidad argumental”. (A las 22.30, Hoyts 12)