Viernes, 28 de octubre de 2011 | Hoy
TEATRO
“La docencia es para mí una pasión, la ejerzo en el IUNA (Instituto Universitario Nacional de Arte) y el circuito privado. Es un ejercicio donde aparecen valores, como la dignidad y el trabajo sincero, y un territorio de encuentro”, resume Cacace, premiado y con puestas realizadas en diversos países de América y Europa. Dramaturgista, escenógrafo e iluminador, dirigió, entre otras obras, Panteón de la patria, Cita a ciegas, Sangre, nuevas Babilonias, Stéfano y Es agua de tormenta. Totalmente dedicado a su profesión, cuenta que de chico tenía tendencia a los juegos en soledad y que a los catorce años descubrió en el teatro la posibilidad de ser protagonista, entre otros. Comenzó actuando hasta que decidió formarse en dirección y pasar luego a la docencia. Reconoce ser un obsesivo en la búsqueda de lazos que permitan un mayor crecimiento. “Esta insistencia mía en la necesidad del encuentro se ha transformado en una afirmación ideológica”, puntualiza.
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