Sáb 22.04.2006
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DE COMO BAYLY ESCRIBIO SU NOVELA EN LA ARGENTINA

Un escritor muy enternecido

› Por S.F.

Y de repente, un ángel (Planeta) es la primera novela que Jaime Bayly escribió en la Argentina. Como suele suceder en muchas de sus historias, hay un escritor, Julián Beltrán, que nunca limpia su casa. Pero cuando la mugre se vuelve insoportable, su novia le exige que contrate a una mucama. Y Mercedes, esa mujer fiel y dicharachera que fue vendida a los diez años por una madre cargada de hijos que no podía mantener, despertará la ternura del escritor. “Hay mucho humor, tal vez porque ahora estoy menos enfadado con el mundo que hace veinte años, cuando empecé a escribir”, subraya el escritor peruano. “Algunos personajes están literalmente secuestrados de la vida argentina –admite Bayly–. Andrea, la novia del escritor que roba libros para él, está tomada de una Andrea real, mi amiga íntima en Buenos Aires, que trabaja en una librería, pero no roba libros para mí, y que me ha contado muchas de las historias que cuento en la novela: el autor que roba su libro, el hombre que va con dos bolsas a devolver libros robados, el que rompe un libro de Borges porque lo acusa de no poder escribir.” Pero el personaje que suena más argentino es un policía corrupto que ayuda a Beltrán en la búsqueda de la madre de Mercedes. “El mayor Julio Concha Fina representa a un típico policía porteño, corrupto, coimero, borrachín, tramposo, pero por otro lado tan encantador que uno se puede hacer amigo de él pagando la coima. Hay mucha vida argentina en la novela, aunque está ambientada en Perú”, explica.

–¿Por qué eligió desplazar el centro de esta historia hacia los márgenes y ocuparse de un personaje de origen pobre?

–No lo había hecho en ninguna de mis otras novelas. El personaje de esta novela es sin dudas Mercedes, que es el ángel al que alude el título. La novela es un homenaje a todas las Mercedes que hay en el mundo, argentinas, paraguayas, bolivianas, que han dedicado su vida a servir a los demás, a ser casi esclavas de otra familia, dejando atrás incluso a veces a sus propios hijos. Me metí en un mundo que no es el mío de la mano de la Mercedes de la vida real, la mujer que cuidó a la mamá de mis hijas, que ahora cuida en Lima a mis hijas, que fue vendida por su mamá, cuando ella era un niña como en la novela y nunca más la vio, y que toda su vida fue una criada analfabeta pero sabia, a pesar de que nunca leyó un libro. Una de las grandes lecciones de la novela es cómo esta mujer, sin haber leído un libro, parece saber más de la vida que el escritor cosmopolita.

–¿Ocupó Mercedes el lugar de su madre?

–Sí. Ocurre a menudo que las mucamas terminan siendo madres suplentes y que uno puede querer más a la mucama que a la madre biológica. A mis padres no los veo hace años, en cambio a Mercedes la siento como parte de mi familia, es como la madre que elegí, es una madraza con mis hijas y es conmovedor el amor que siente por nosotros. La sabiduría no solamente está en los libros. En el mundo de los escritores hay mucha arrogancia intelectual. La sabiduría también puede habitar en una persona analfabeta.

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