CINE › DELICADO EQUILIBRIO ENTRE ESTILIZACION Y CURSILERIA
La profundidad a partir del examen de las superficies
› Por Luciano Monteagudo
Cuando el año pasado, el Festival de Cannes cerró la última jornada de competencia oficial con la anhelada proyección de 2046, las opiniones no pudieron mostrarse más divididas. Estaban los leales, aquellos que habían esperado la película durante casi un lustro y que afirmaban que se trataba de una nueva obra maestra del director hongkonés, un film que venía a revivir, tres cuartos de siglo después, las fantasías eróticas orientales del cine de Josef von Sternberg, como Macao o La pecadora de Shanghai. Y en el otro extremo militaban aquellos que aseguraban que era una película fallida, un eterno work in progress que Wong Kar-wai nunca supo terminar, sobre el que venía trabajando laboriosamente hacía más de cuatro años –al punto de que en los créditos figuran tres fotógrafos diferentes, entre ellos Chris Doyle, un incondicional del director– y que sólo llegó a Cannes, a último momento, con las bobinas aún frescas, porque sus productores le fijaron un límite inapelable.
Pasado aquel momento de agitación, y con una versión de circulación comercial con algunos cambios respecto de la copia que se vio en Cannes, lo primero que hay que reconocer de 2046 es que se trata del film de un director de un virtuosismo fuera de serie. Pocas películas hoy tienen el grado de elaboración visual y de estilización de la de WKW. Pero ésas ya eran virtudes muy evidentes en su obra previa y particularmente en Con ánimo de amar (2000), su película inmediatamente anterior, sobre la que ahora 2046 vuelve obsesivamente, como si el director no pudiera desprenderse ni de aquella historia de amor ni de sus personajes, su época o sus ambientes. Y en 2046 WKW la vuelve a filmar una y otra vez, regresa a esos pasillos claustrofóbicos, a esa pensión oscura y rumorosa, a esos amores ilícitos, a esos años ’60 que sólo existen en la imaginación, en el recuerdo de su música melosa (Siboney, de Lecuona, en la versión de Connie Francis, reiterada hasta la hipnosis) y del sonido anacrónico de sus tacones lejanos.
La diferencia fundamental entre uno y otro film radica en que en la película anterior el deseo de la pareja encarnada por Tony Leung y Maggie Cheung nunca llegaba a consumarse, lo que le daba a Con ánimo de amar una intensidad y un grado de concentración fuera de lo común. Aquí, en cambio, la trama se abre y se dispersa. Maggie Cheung desaparece y se multiplica en otras, varias mujeres, encarnadas por el firmamento completo del star system chino: Zhang Zhiyi (la heroína de Héroe) como una amante joven y voluble; Faye Wong (llamada “la diva de Asia”, actriz fetiche de WKW) como la hija del dueño de la pensión; Carina Lau (otra chica WKW) como la rumbosa Lulú; y finalmente Gong Li (Sorgo rojo, Esposas y concubinas) como un fantasma, una apostadora profesional que lleva el mismo nombre de quien fuera el único, auténtico amor del protagonista y que lo sumerge en una indecible melancolía.
A diferencia de lo que sucedía en Con ánimo de amar, en 2046 el personaje de Tony Leung (a la vez narrador y voyeur) puede dar rienda suelta a su libido y romper el corazón de todas sus vecinas. Lo que no puede es librarse de sus recuerdos. Es escritor y piensa que compone una novela en episodios sobre el futuro, cuando en realidad no hace sino volver en busca del tiempo perdido, rescribir minuciosa, obsesivamente, como un Proust pulp, los retazos de su memoria sentimental.
En armonía con su protagonista, el film de WKW es caligráfico hasta la exasperación, de un manierismo por momentos agobiante, pero al mismo tiempo de una seducción embriagadora. Ese artificio tiene sus momentos menos logrados en la recreación del futuro que imagina el escritor, plasmados por WKW con una cursilería tan premeditada como excesiva. Pero esos tramos, afortunadamente escasos, son compensados por la deslumbrante estilización romántica de la década del ’60, recreados apenas a partir de detalles –el vestuario, los peinados– y que hablan de un director que es, cosa rara, capaz de alcanzar profundidad a partir del examen minucioso de las superficies.
8-2046 - LOS SECRETOS DEL AMOR
(2046) China/Francia/ Alemania/Hong Kong, 2004.
Dirección, guión y producción: Wong Kar-wai.
Intérpretes: Tony Leung, Gong Li,
Kimura Takuya, Faye Wong, Zhang
Ziyi, Maggie Cheung.
Nota madre
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