LITERATURA › RAY BRADBURY, EN UNA TELECONFERENCIA IMPERDIBLE
En 1997 fue “la” visita de la Feria. Ahora, a la distancia, el autor de Crónicas marcianas volvió a magnetizar a los asistentes.
› Por Silvina Friera
Pasaron nueve años de aquella visita inolvidable. En 1997, Ray Bradbury fue el invitado de lujo de la Feria del libro y aún permanece en la memoria colectiva un puñado de anécdotas y de leyendas que siguen dando tela para cortar. Sufrió un ataque de pánico por el fervor de la gente, firmó tantos libros que terminó con un dolor molesto en la muñeca, tuvo que ser escoltado por la policía para que pudiera salir del predio y recibió tantos regalos que, según se cuenta, regresó al hotel con tres bolsas, una botella de vino en una mano y la corbata en la otra. Es una pena que no haya quedado un registro fotográfico de esa imagen de Bradbury. Su presencia en el predio de La Rural ayer fue virtual, pero esta distancia, durante la videoconferencia, se atenuó por la simpatía, el entusiasmo y el afecto sincero que demostró el escritor estadounidense ante Marcial Souto, su traductor, y Gabriel Guralnik, especialista en ciencia ficción y director de la Fundación Ciudad de Arena. “Gracias a Dios sigo estando acá”, bromeó el autor de Crónicas marcianas. “Mi visita a Buenos Aires es una de las experiencias más maravillosas de mi vida”, confesó. “Nunca sentí tanto amor como en aquella ocasión, y estoy muy contento de estar ahora con todos aquellos que me quieren.”
“En Estados Unidos es muy pobre la educación en cuanto a lo que tiene que ver con leer o escribir”, comentó. “Estamos siendo sobrecargados de información, pero ni la computadora ni la televisión pueden ser sustitutos de los libros.” En esta misma línea, el escritor recomendó fomentar la lectura desde los cinco años. “Hay que empezar a alimentar a los chicos cuando comienzan a tener hambre de leer.” Un aspecto quizá poco conocido, y por el que le preguntó Guralnik, fue acerca de su rol como guionista de Moby Dick, dirigida por el cineasta John Huston. “Le dije a mi esposa que rezara por mí, porque tenía que leer un libro y hacer un informe para el día siguiente”, recordó el autor de Fahrenheit 451. El escritor señaló que no había leído el libro de Melville –incluso aclaró que no llegó a leerlo todo–, pero que, por lo que había podido revisar, rápidamente encontró ciertas influencias de Shakespeare en Melville, que le permitieron animarse con el guión. Cuando le pidieron que comentara cómo llegó a publicar Fahrenheit 451, Bradbury se despachó con una anécdota que todos aplaudieron. “Un día vino a verme un joven que estaba por sacar una revista y me preguntó si tenía algo para venderle por 300 dólares. Le dije que sí y le entregué la novela. El joven era Hugh Hefner, el fundador de Playboy. Así que muchos jóvenes deben agradecerme, porque ayudé a que esa revista existiera en el mundo”, ironizó el escritor.
En un diálogo con Bradbury, claro, no podía faltar el tópico de Marte y de la Luna. “Uno de los peores errores que cometimos es volver de la Luna y quedarnos acá”, advirtió, quizás en el único momento que mostró un dejo de amargura. “La noche que alunizamos fue la más importante de la historia de la humanidad. Pero el problema es que en el Congreso de mi país no tenemos miembros que se interesen por el futuro del espacio.” Con entusiasmo, el escritor continuó: “Tenemos que llegar a Marte y cuando terminemos la colonización de Marte, seguiremos con la del resto del universo”. Aseguró que su objetivo es entusiasmar a la gente con los viajes espaciales. “El universo es un teatro, lo que le falta es un público”, agregó. “Hemos sido creados como público y es nuestra tarea mirar el universo, admirarlo y celebrarlo, porque si el universo no fuera visto, sería como un teatro vacío.”
Si su literatura ha sido profética, en más de un sentido, quizá sus palabras también lo sean. “La raza humana se va a ir de la Tierra porque queremos preservarnos y ser inmortales. Tenemos que ir al espacio, y mi trabajo es lograr que el Congreso de mi país nos vuelva a llevar a la Luna”, pronosticó. “Hemos estado buscando un reemplazo de la guerra y el viaje espacial es el mejor sustituto.” Consciente del cariño que le profesan los argentinos, Bradbury prometió: “Si mi salud mejora, volveré. Antes de que se vayan a dormir, recen por mí, así la próxima vez me tienen en Buenos Aires”. Amén.
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