Jueves, 16 de febrero de 2012 | Hoy
CINE
La familia unida esperando la llegada de Hallewyn, Super-Super contra la noche negra, Beto Nervio contra el poder de las tinieblas: así se llaman las tres películas que Miguel Bejo filmó en Argentina antes de exiliarse, en 1979, y que jamás llegó a estrenar (alguna se vio más tarde en ciclos de revisión). Cuando los Bejo llegaron a París, Bérénice tenía tres años. Poco más tarde su padre comenzó a entrenarla en el culto del cine clásico, razón por la cual al día de hoy esta morocha de pecas es capaz de reconstruir, plano a plano, viejas películas con John Wayne o Cornell Wilde. Hasta que terminó metida en una como aquéllas, El artista, donde hace de Peppy Miller, actriz del cine mudo que Bejo compuso barajando y mezclando las historias de Joan Crawford, Marlene Dietrich y Gloria Swanson. Antes de eso hubo cursos de teatro y el ingreso al cine, a los 20 años. Filmó a las órdenes de Chantal Akerman (La cautiva, 2000) y Edgardo Cozarinsky (Crepúsculo rojo, 2003). Entre una y otra debutó en Hollywood con Corazón de caballero (2001), donde se la vio junto a Heath Ledger. En 2007 trabajó por primera vez con su futuro marido, Michel Hazanavicius, en OSS 117: Le Caire, nid d’espions. En estos días Bejo se suma al elenco de Au bonheur des ogres, que Emir Kusturica filma en Francia, a partir de la novela homónima de Daniel Pennac. Mientras tanto rinde pruebas para próximas películas en Hollywood, en papeles “que otras actrices francesas más famosas, como Marion Cotillard o Cécile de France, hayan rechazado previamente”.
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