Los ocho años de experiencia en la alfombra roja, sumados a una vida de cinefilia, hacen de Axel Kuschevatzky uno de los máximos conocedores no sólo de la historia del premio, sino de su lógica interna. Lógica por momentos inexplicable: si bien muchas veces la estatuilla se corresponde con un producto de calidad, basta el ejercicio exclusivamente neuronal –esto es, sin googlear y sin soplar– de nombrar a la última ganadora de la estatuilla a Mejor Película para graficar su capacidad de premiar también a películas sosas e intrascendentes. “Es interesante para entender cómo la industria quiere ser vista desde afuera. Es más la construcción de un yo que el reflejo de la realidad que vive. El cine norteamericano actual está más cerca de hacer películas con Adam Sandler vestido de mujer que de otras como El artista o La invención de Hugo Cabret”, opina el periodista.