El Bafici sopló las catorce velitas con record de público y recaudación, convirtiéndose lentamente en un fenómeno inamovible de la agenda cultural porteña. Tanto es así que la Feria del Libro moverá su fecha en 2013 para evitar al gigante cinematográfico. Frente a este panorama, y más allá de las siempre subjetivas discusiones artísticas, en el debe aún figuran varias cuestiones. Las primeras son la consolidación de un circuito regular de cine independiente y la institucionalización parlamentaria del evento porteño, dos asuntos que exceden los deberes de un director artístico. La frialdad con el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) es, en cambio, una meta a priori más alcanzable. “Es una relación históricamente complicada, más allá de las diferencias que puede haber entre el gobierno nacional y el de la Ciudad. Siempre fue muy difícil porque, al Instituto, este festival no le cae todo lo simpático que debería, aunque no logro entender por qué. Me parece que el Bafici siempre hizo y sigue haciendo mucho por el cine nacional. Hace varios años que está nutriendo de premios, de dinero y de prestigio al cine argentino acá y afuera”, opinó el director saliente.

Otro punto de conflicto es el tire y afloje con el Festival de Mar del Plata, una contienda cuyo resultado genera más pérdidas conjuntas que ganancias individuales. “La tensión no tiene que ver con que uno tenga ganas de pelearse, sino que es una lucha por las películas nacionales y extranjeras que se pueden dar o no”, explicó Wolf. “Creo que una buena relación entre ambos festivales sería lo ideal. Que pudiéramos tener un vínculo tal que, por ejemplo, hagamos una presentación pequeña del Bafici en Mar del Plata. Ojalá suceda. Hasta ahora fue muy difícil, pero espero que mejore”, se esperanzó Panozzo.