TEATRO
Más allá de sus diferencias, Echarri, Mirás y Peña forman parte de una misma generación actoral. En algún punto, ese código y lenguaje aprendido en escuelas de teatro, pero también bajo la influencia de la televisión, ayudó al armado de El hijo... “Se dio un proceso en el que apareció rápidamente un lenguaje que nos ayudó a encontrar juntos el camino. No tuvimos que componer el personaje y después trabajar la manera en que interactuaba en la trama y con los otros. Los personajes confluyeron con bastante naturalidad en escena”, cuenta Mirás. “El libro tenía exigencias de edad para sus personajes. La elección de actores de una misma generación terminó por conformar un buen comienzo. Con las distintas visiones del mundo que tenemos y los diferentes lugares de donde venimos, sentimos desde un primer momento una sincronía en común”, agrega Echarri. Además de lo generacional, Peña detalla que, además del respeto y la admiración que cada uno siente por el otro, la puesta sería imposible de pensar sin el trabajo de Daulte. “Se dio un proceso amoroso de parte de Javier hacia nosotros y entre nosotros mismos. Somos una clase de actores que podemos escuchar lo que el otro tiene para decirnos sin sentirnos invadidos por la palabra del otro. Nos hemos observado cosas que terminaron beneficiando a la obra. Si bien son personajes muy distintos, nos mancomuna el deseo de que las cosas salgan bien. Lo que hizo Javier (Daulte) de inteligente es que supo guiarnos hacia lugares desonocidos, a tocar teclas inexploradas”, confiesa la actriz.
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