CINE
En Abrir puertas y ventanas hay cuatro protagonistas de carne y hueso y una de ladrillos: la casa. “Hubo un trabajo de locaciones bastante grande. El encargado recorrió toda la Capital y los alrededores, pero después era muy difícil decirles a los dueños que se tenían que mudar y llevarse los muebles durante un mes y medio”, recuerda Mumenthaler, mientras que Juncadella agrega que ese espacio “tenía que marcar algo de las afueras de la ciudad, pero no de un barrio en particular e identificable”. La búsqueda dio resultado cuando dieron con una amplia y luminosa construcción en Olivos, justo enfrente de la quinta presidencial. “Me gustó el hall de arriba que permitía tener a los personajes en distintas situaciones. Había un juego de habitaciones y de varios espacios en un mismo plano. Yo quería una casa luminosa en la que de alguna forma entrara el afuera, que las chicas salieran y entraran, no una cosa claustrofóbica”, explica la directora.
Completado el primer desafío, aún quedaba adaptar el guión a una geografía concreta: “Fue un trabajo difícil porque yo tenía la casa construida en mi cabeza y pensaba en puestas, en movimientos de cámara y demás. Uno escribe de forma ‘escrita’, pero también de forma muy visual. En ese sentido tuvimos que hacer una cocina nueva porque la original estaba muy encerrada y había muchas escenas ahí. La fuimos transformando pero intentando no afectar la esencia de la casa tal como la había pensado originalmente”.
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