TEATRO
“Empecé a hacer teatro en iddish, mi lengua madre. Pero no era buen actor. Como lo que yo quería hacer era dirigir, fui aprendiendo en el IFT, con los elencos itinerantes. La primera obra que dirigí fue La condena de Lúculo, de Brecht, una obra corta y didáctica en la que un campesino, un esclavo, un panadero y una cortesana condenan al general romano por los crímenes que cometió. La montamos al aire libre, en un club de Ituzaingó donde luego iba a haber un baile. El concesionario que nos contrató hizo afiches, pero cambió el nombre de la obra: le puso La condesa de Loculos. ‘Así va a venir más gente’, razonó el hombre.”
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