Angélica Gorodischer tiene un libro de cuentos, Confín, que publicará hacia fin de este año. “Son trece cuentos atroces sobre lo indecible, como violar a una criatura, un tipo que cuenta qué le pasó una vez que se murió o una muchacha que se encuentra en un café con un tipo que murió hace cinco años –anticipa–. Por eso durante un tiempo escribí ciencia ficción; pero ya está agotada.”

–¿Qué agotó a la ciencia ficción?

–No sé si el mismo mundo en que vivimos, pero lo que se escribe ahora es horrible. La primera ola fue maravillosa. En ese momento yo decía que los académicos eran unos pelotudos porque se estaban perdiendo a Philip K. Dick y a Ursula K. Le Guin, ¡caramba, hay que ser idiotas!

–¿Por qué considera que es horrible lo que se escribe hoy?

–Es muy traído de los pelos, con palabras inventadas. Yo no me opongo a las palabras inventadas, a menudo invento palabras, pero que te hagan todo un cuento con palabras inventadas, para un artefacto que alguien usa para ver lo que piensa el que está al lado, eso es una pavada. Lo que he leído me parece atroz. En cambio, leés los mundos que inventó Dick o los mundos de Ursula K. Le Guin y te querés morir.