Casi sobre el final de La suerte en tus manos, Daniel Burman escribe sobre la dificultad del amor en el cine “porque uno tiene que explicar aquello que no tiene palabras”. Consultado sobre si ese tipo de escenas son las más dificultosas, el cineasta explica que “es complicado”. Y lo argumenta así: “En el amor cada uno quiere amar como quiere. Y si cada uno ama como quiere no hay película de amor. Entonces, el tema del amor, como se ve en el libro, tiene una complejidad muy grande”. Potencialmente, dice Burman, “todos amamos con mayor o menor resultado de una manera diferente, pero creemos que sentimos lo mismo. Cuando alguien dice: ‘Estoy enamorado’, uno cree entender, pero nunca estuvo en el corazón ni en el alma del otro”. Cuando el director tiene delante a un hombre y una mujer reales que son actores, “debe crear ese lazo de amor y qué observan en el otro, bueno... el amor es el sentimiento humano de mayor misterio. El odio no, es fácil de comunicar. En cambio, la manera de amar es una zona de una ambigüedad tan grande que cuando construís una película de amor, tener que mantener las perspectivas de uno y de otro y cómo se ama esa pareja, no va a coincidir en nada en cómo se amarían esas personas de verdad”, concluye Burman.