No se considera un músico tradicional ni académico. Por eso, cuando lo convocaron para realizar los efectos especiales en vivo de Qué me has hecho, vida mía, Joaquín Segade aceptó con entusiasmo. Dice que experimentar con instrumentos y con cualquier objeto capaz de generar algún tipo de sonoridad le resultó estimulante. Tuvo que empaparse del género que tuvo en la Argentina sus décadas de esplendor hasta la llegada de la televisión en 1951. Y en el proceso de investigación consultó varios videos cedidos por la familia Catalán, una verdadera dinastía de especialistas en efectos sonoros. “Diego (Lerman) me pedía, por ejemplo, que para el siguiente ensayo llevara ocho efectos distintos para hacer la tormenta. Así que me ponía a probar distintas cosas, las llevaba y después elegíamos la que más nos gustaba”, cuenta. Una vez que la escena tenía su música, era tal el maridaje entre texto, actuación y sonidos que era muy difícil dejarla de lado: “Ya me resultaba imposible hacer la escena sin ese clima sonoro”, asegura la actriz María Merlino. En el espectáculo, Segade no sólo crea el sonido ambiente o las melodías (como la increíble versión ralentada y sutil de la marcha peronista hecha con un xilofón), sino también ciertos sonidos correspondientes a los estados emocionales de la protagonista. “La propuesta de Diego era producir climas, atmósferas de sonidos, además de sonidos específicos para reforzar las escenas”, distingue. Para ello usa de todo: papeles, diarios, lijas, chapas, agua, silbatos, copas y latas de galletitas. Según cuenta Merlino, hasta logró reproducir con asombrosa fidelidad el sonido del tren, algo que para los Catalán era una misión imposible.