Carlos Sorín suele comentar que cuando termina una película se pone a pensar en lo que podría haber hecho y no hizo. Pero no en este caso. “Por ahora me dura, no diría entusiasmo, pero sí un placer de verla. No sé si me va a durar mucho”, dice el director. En general, su visión es muy distorsionada. Y cuando ve una película propia, salvo que haya pasado mucho tiempo, ve las cosas que no hizo o que debía haber evitado. “Es una visión que para ver cine no sirve –explica–. En realidad, para ver cine, uno tiene que ser un espectador primerizo; no ingenuo, pero que se siente y vea por primera vez la película. Esa es la visión que vale: casi todos ven las películas una vez en su vida, salvo algunos fanáticos. Es la única visión válida y es un lugar donde el director nunca puede sentarse, porque su visión es totalmente distorsionada.” Según el cineasta, hacer una película “es luchar para tratar de recuperar esa posición de espectador que la ve por primera vez. Pero es una posición totalmente imposible”, admite Sorín.