¿Qué diferencia al teatro de títeres para adultos del de chicos?

Orsini: –La diferencia es temática porque la responsabilidad y la seriedad es la misma.

Solezzi: –Los adultos vuelven de alguna manera para atrás, a la infancia. Eso produce una sensibilidad en el público. Además, la manipulación tiene que ser más pulida. Enseguida se nota cuando algo no responde o cuando uno no logra el efecto que busca.

–¿Y qué los volvería “atípicos”?

Orsini: –La historia...No se puede volver de un lugar al que no se fue. Un chico no puede comprender lo que es el hambre porque, así lo esté transitando, no se va a hacer cargo de eso. Necesita de otros materiales. Mi espectáculo tiene mucha información vivencial y trato de separar las aguas. Controlo mucho que no entre un niño a la sala. Al que le falto más el respeto es al niño, no al adulto, porque estoy haciendo algo que no está destinado a él. Hay cosas que no se le dicen a un chico y con el espectáculo pasa lo mismo.

Porión: –No hay nada que un chico no pueda ver. Los títeres tienen todo un lugar de metáfora, que es lo que los hace más ricos. Donde hay mucha información para el adulto y donde el chico posiblemente se pierda. Eso hace que sea para adultos.

–Los objetos abren una alternativa al teatro convencional con actores.

Orsini: –Se expresan igual que un actor. La técnica es mucho más minúscula visualmente porque los movimientos tienen que ser mucho más pequeños, el ojo de la persona es mucho más centrado. El actor ya tiene la vida, nosotros tenemos que estar un pasito antes: primero darle vida, la que necesitamos. A nivel dramaturgia, el teatro de objetos también puede atacar lo más profundo del ser humano. Que trabajemos con objetos no significa que toquemos temas menores. Cuando se abre el telón, lo más bello que tiene el objeto es que deja de ser eso. Te olvidás.