Tobal sostiene que si bien, en principio, se los ve diferentes, Esteban y Pipa se complementan. “Y, en algún sentido, vemos que, en esencia, son muy parecidos y también por eso se quieren mucho”, interpreta el cineasta. “Si el principio de la película los muestra totalmente antagónicos, de a poco vamos viendo que no es así. Esteban puede no soportarlo, pero, al mismo tiempo, lo admira”, explica Tobal. Es que aquello que empieza a desarrollarse en la trama “es que también se empiezan a admirar un poco y a cada uno le gustaría ser un poco como el otro”. A Esteban “le empieza a gustar algo de esa libertad o esa despreocupación que tiene Pipa. Esteban vuelve a descubrir otra parte de él mismo a partir de este encuentro”, admite Tobal. A su vez, ese reencuentro no es sólo entre los personajes sino también con ellos mismos. El director justifica esto diciendo que “también son un poco espejos”, porque, en algún sentido, “los dos encarnan posibilidades que todos más o menos tenemos o que conocemos”. Y lo amplía de la siguiente manera: “Son contradicciones inherentes a la mayoría: seguir el mandato familiar o responder a los deseos propios, cagarse en todo o hacer lo que hay que hacer, ser correcto o ser despistado y provocador. Hay un montón de opuestos que uno puede depositar en estos dos personajes. Son dos caras de la misma contradicción. Entonces, los hace complementarios”, concluye el cineasta.