Viernes, 1 de marzo de 2013 | Hoy
LITERATURA › GLORIA PAMPILLO (1938-2013), NARRADORA Y DOCENTE
Por Silvina Friera
“¡Qué difícil es pensar qué es lo que uno hace todos los días!” Gloria Pampillo escribió esta frase, al final de un mail, allá por noviembre de 2006, poco antes de ser entrevistada por la Audiovideoteca de Escritores. El encuentro fue un mes después, en su casa, cerca de Plaza Guadalupe. En el recuerdo se pierde el tiempo exacto, la cantidad de horas que estuvo tirando generosa y sabiamente del hilo de su vida, desde el momento que descubrió que su deseo impostergable era escribir, su ingreso al primer taller de escritura que abrió el grupo Grafein, pasando por su experiencia docente y los libros que publicó: el crucial El taller de escritura, los cuentos de Estimado Lerner y Cuatro viajes y un prostíbulo; las novelas Las invenciones inglesas, Costanera Sur, Pegamento y El héroe que vino a buscarme, que por entonces estaba corrigiendo, entre otros títulos. “Las cosas que yo le puedo decir a la gente del taller son muy de cocina –-contaba en esa entrevista–. Es, por ejemplo, el principio, ‘que tus personajes no piensen’. O ‘mostralos, representá’, como en la gran lección que da Nabokov, que dice: hay que enamorarse, encarnizarse, con el detalle.” La infatigable Gloria, maestra que ayudó a soltar las muñecas de miles de alumnos que pasaron por el taller de Ciencias de la Comunicación de la UBA, murió el martes a los 74 años.
Pampillo combinó su pasión por la ficción “encarnizada” con el detalle y la especialización en la enseñanza de escritura. Junto al poeta Daniel Samoilovich fueron los primeros en llevar los talleres de escritura a España, en 1978. Durante ese año que estuvo en Madrid, publicó su primer relato, “El viejo bajo el timbó”, en la revista Hiperión. En la década del ‘80, coordinó talleres de escritura dirigidos a docentes junto a Maite Alvarado. Luego de la lectura de Costanera Sur (editada en 1995), Francine Masiello escribió un ensayo en el que postula que la autora desarrolla una historia acerca de “microprácticas locales” en esa novela. “A diferencia de los tipos de resistencia armada que Argentina vivió en los años del régimen militar, Pampillo sugiere otra línea distinta de lucha utópica, al apuntar nuevos protagonistas sociales y nuevos escenarios de conflicto dentro de la sociedad civil. De esta manera, ecologistas, destituidos y participantes de sindicatos de barrio, se convierten en los actores colectivos de la novela.” La escritora era dueña de una prosa bellísima y rigurosa que podía mantener en vilo la turbación de sus lectores en cada página, como sucede en Pegamento (2004), donde a través de la mirada de Luisa, la enigmática protagonista, se observa en un primer plano el mundo de los chicos de la calle. “El narrador, el buen narrador, tiene que estar ahí en el medio, en algunas cosas que percibe y otras cosas que duda, que no sabe, que no se da cuenta. Esa es una de las primeras lecciones que doy”, decía esa gran narradora y maestra llamada Gloria.
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