La actriz Dora Baret dice continuar el proyecto que tiempo atrás inició el director Carlos Gandolfo en lo que fuera su casa y escuela de actuación durante veinte años. En esta nueva tarea se ocupó hasta de pintar el escenario. Una multiplicidad propia del teatro independiente, “donde la sangre fluye”. Otra tarea es retornar a la actuación, ahora dirigida por Ernesto Medela en Casa Matriz, de Diana Raznovich, que se verá en Antesala, en el barrio de Palermo. Se atreve con una obra de humor negro y recuerda sus actuaciones en El Botín, de Joe Orton, una puesta de Agustín Alezzo en la sala Planeta, y en la satírica Lo que mata es la humedad, donde la dirigió Carlos Gandolfo. Baret sobresalió en teatro, cine y televisión, y recibió premios e invitaciones a festivales internacionales. Integró jurados de cine en Huelva, La Habana y Mar del Plata y participó, entre muchos otros títulos, en películas como Dar la cara, sobre la novela de David Viñas; La terraza, de Beatriz Guido; La Mary, Queridas amigas, Sentimental, Gracias por el fuego, Darse cuenta, Sofía y Cómplices, y en teatro, en Amoretta, de Osvaldo Dragún, dirigida por Ernesto Bianco; Rosa de dos aromas, de Emilio Carballido, en una puesta de Inda Ledesma; Un tranvía llamado deseo, Ana y Haroldo, Cuentos de una noche de verano y Flores de acero. Siente que lo propio es la artesanía teatral y extiende esa calificación a su hijo Emanuel, el mago que viene realizando una gira por todo el país y estrenará a fines de junio en el teatro Broadway, de Buenos Aires. Baret continúa además con sus clases de Expresión y ontología del lenguaje, en tanto Sebastián Blanco Leis seguirá ocupándose en el Actor’s Sudio de la escuela de actuación de Gandolfo.