FERIA DEL LIBRO › OPINIóN
› Por Alejandro Vaccaro *
El lema de la 39ª Feria Internacional del Libro, “Libros como puentes”, mereció una diversidad de interpretaciones, y más allá de la intencionalidad del publicista que lo creó, no hay dudas de que en su espíritu está dicho que los libros deben ser puentes hacia la inclusión, hacia la integración. La feria, a punto de cumplir las cuatro décadas de vida, hace rato que alcanzó la mayoría de edad y hoy como nunca ofrece múltiples posibilidades a los asistentes. Cientos de actos culturales, altísima creatividad en el diseño de stands, cursos, conferencias, concursos, congresos, premios, debates, mesas redondas, jornadas de capacitación para profesionales, jornadas educativas, entretenimientos para niños y la más grande oferta de libros en un marco de una amplísima variedad de títulos, Géneros, temas, formatos, categorías, etcétera. Por los pasillos y entre los muchos stands de editoriales y librerías, conviven –en un canto a la diversidad– expresiones de contenido místicorreligioso, como la Escuela Científica Basilio, la Asociación Budista, entidades financieras, clubes de fútbol, fundaciones con variada gama de temas y muchos otros en espacios razonablemente armoniosos.
El evento se ha ubicado entre los más importantes del mundo en su género y quizás una de las claves de su éxito está en su génesis, ya que desde su fundación la integran todos los actores de la cadena del libro en proporciones atendibles. Así, autores (SADE), editores (CAL, CAP, Sector de libros y revistas de la Cámara Española de Comercio), gráficos (Faiga) y libreros (Falpa) integran este mosaico limando sus diferencias e intereses con claros procederes democráticos. Una muestra del éxito –más allá de los cientos de miles de concurrentes– está dada por la asiduidad con la cual ilustres visitantes llegan año tras año a jerarquizar la feria, muchos de ellos luego de atravesar miles de kilómetros desde lejanas latitudes. También debe destacarse la profesionalidad de la línea gerencial de la institución.
Entre los grandes desafíos que aguardan a las futuras ferias, dos sin dudas asoman como metas que apuntalen la calidad alcanzada. Inclusión: en el próximo lustro duplicar la cantidad de visitantes. En esta feria ya se comenzaron a aplicar medidas en esa dirección, que seguramente, con el paso del tiempo, darán los resultados esperados. Ir a un evento con igualdad de posibilidades de acceso para todo público al contacto con el libro es un objetivo deseado. En este aspecto, no debe soslayarse el ofrecimiento del gobierno nacional de trasladar la feria a Tecnópolis, ya sea en forma total o complementaria. Se verá. En este sentido sonaron mezquinas las desafortunadas palabras del ministro de Cultura de la Ciudad, Hernán Lombardi, en el acto inaugural, queriendo arrogarse la feria como patrimonio propio de la Ciudad. El otro tema es la integración: replicar la feria en las más importantes ciudades del país, en su justa proporción, que permita a todos los habitantes de la Argentina participar de este evento. El estímulo a la lectura es el objetivo central de la feria. Si uno de cada diez nuevos visitantes fueran ganados al hábito de la lectura, nos espera una Argentina del futuro impensada. Lectura es acceso al conocimiento.
* Presidente de la Sociedad Argentina de Escritores, secretario de la Fundación El Libro.
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