“Nos llamamos ‘grupos hermanos’”, confiesa Ricardo Talento, dramaturgo, director y cabeza del Circuito Cultural Barracas. El primer acercamiento entre estos ejemplares del teatro sobre adoquines se produjo en 1988, cuando la compañía ambulante Los Calandracas –del que luego se desprendería el CCB– “intervenía” artísticamente el Parque Lezama. Por entonces, el azar y las coincidencias geográficas (y conceptuales) estrecharon las manos de sendos proyectos más por afecto y solidaridad mutua que por competencia y divismo. “Durante estos treinta años comprendimos que si nos va bien a los dos grupos, les va bien a todos. No establecimos una enferma relación de competencia. Todo lo contrario”, reconoce Talento. “Nos ayudamos unos a otros y no les tememos a las medias corridas. Si uno muestra sus debilidades al otro, las puede superar.”

En tres décadas de hermandad, Talento codirigió El fulgor argentino, espectáculo emblema de Catalinas Sur al que se sumó invitado por Bianchi en un gesto de “generosidad”, la misma por la que ahora aportó a la dramaturgia de la nueva puesta de El Galpón, Carpa quemada. “El grupo Catalinas nunca resguardó sus saberes, siempre los socializó. Hemos sobrevivido construyendo y nunca estuvimos solos en esa construcción colectiva”, destacó el dramaturgo.