Además de sus filosas ocurrencias, su capacidad de conectar los vaivenes de la música pop con los trasfondos ideológicos y políticos en que sucedían y su claridad e inmediatez para bajar información, otra de las cosas que caracterizan el aporte periodístico de Greil Marcus a la cultura alternativa es su inventiva a la hora de presentar la información. Uno de los ejemplos más concretos es “Un concurso”, el capítulo dedicado a la muerte en el rock de los ’70. En ese texto, que escribió en diciembre de 1979 para el Village Voice, Marcus propone un irreverente ranking para determinar quién tuvo la muerte más notable durante esa década, contemplando tanto la espectacularidad del hecho como los aportes del artista en cuestión. El empate técnico entre Jimi Hendrix y Ronnie Van Zant, cantante de Lynyrd Skynyrd muerto en un accidente aéreo, es sólo el corolario de un juego con las formas mismas de la información. Pero de ninguna manera un juego ingenuo: “Escribí ese artículo en respuesta a un patrón ideológico que entonces podía verse emerger en toda la cultura occidental, que tenía que ver con devaluar el riesgo y el compromiso a favor de la aceptación y la continuidad en el pop. Ese movimiento implicaba reemplazar la rebelión por conformidad, la excitación por la calma, el miedo por la seguridad, la grandeza por la mediocridad y la vida por la mera supervivencia”, describe.

–Su formato más peculiar y sostenido es, indudablemente, su habitual Top Ten del Rock de la Vida Real, bajo el que año a año compila los elementos que considera más elocuentes, notables o repudiables ocurridos en la música pop. ¿Se anima a un Top Ten de la Historia del Pop?

–Oh, me sería muy difícil. Es que una de las cosas más maravillosas del punk fue que nos hizo tener miedo de entrar a las disquerías, porque no sabíamos cuándo podríamos salir de ellas. Había tanta ocurrencia y glamour y crítica y revelación en los discos y en los sencillos, que no podría hacer esa lista ni siquiera en un Top Ten para una sola década. Pero hay algunas cosas que no podría dejar fuera, como “Outlaw Blues”, de Bob Dylan, y “Nobody”, de Bert Williams. La expresión en la cara del actor Robert Mitchum cuando salió de la cárcel en la década del ’40, tras haber ido preso por tenencia de marihuana. La escena en la que Steve McQueen lanza la pelota de béisbol contra la pared de su celda en El gran escape. El mito de Sísifo, de Camus. Y tantas cosas más. No sería un Top Ten sino un Top 1000.