MUSICA
“Yo siempre me estoy probando. Son muchos años y no quisiera caer en... No sé cómo decirlo, no quiero lastimar a nadie, pero yo no soy como esas personas que andan mendigando para hacer un trabajo. Jamás lo haría, ni por necesidad. Más bien me pongo a fregar un piso, pero como cancionista no podría verme pidiendo caridad. Por eso me mantengo, y por eso acepté cuando me llamó el productor para este Luna. Pero le dije: si me va mal, no me pague ni cinco centavos. Yo no firmo contratos, nada. Los productores saben que soy una mujer de palabra y que cumplo con mi trabajo. Por eso trato de estar vigente, de cuidar mi salud, no me manoseo con nadie, no ando metiendo las narices en todos lados para que me vean.”
Q “El maestro que me probó cuando era una chiquilina y tenía que hacer El patio de la morocha, me dijo: ‘Usted no tiene que estudiar nada, tiene impostación natural, como Gardel. Lo único que le aconsejo es que venga a vocalizar’. Y después me dijo que tenía voz para hacer música de cámara. Empecé a aprender francés para cantar esas canciones. Hasta que un día, cuando ya estaba medio harta con la música de cámara, dije no, tengo que ir con lo mío, con el tango. No fui más a ese maestro y seguí con los ejercicios. Así hasta el día de hoy, hago ejercicios respiratorios. Después, lo único que tengo que hacer es dormir ocho horas y no tener ningún problema. Nada más.”
Q “A ‘Malena’, Manzi me la escribió en México. Le mandó la letra a Demare, Demare la puso en un bolsillo y se la olvidó. Cuando vino Manzi le reclamó: ‘¿Qué hiciste con la letra que te mandé?’. Y ahí hicieron el tango. El que más me gusta es otro que me hizo, ‘Solamente ella’, también con música de Lucio Demare, porque ahí me pinta bien como yo era: ‘Ella viene una tarde y era triste’. Y yo era una mujer muy triste. ‘Fantasma de silencio y de canción’: yo cantaba, pero a la vez no hablaba con nadie, era muy tímida, creían que era muda. ‘Llegaba desde un mundo que no existe, vacío de esperanza el corazón’. Y era cierto, yo era una fracasada. Había fracasado en el matrimonio, me sentía mal porque en la libreta había puesto que quería tener diez hijos y a los dos meses soné, me tuve que separar. ¿Le parece poco el desencanto que tuve?”
Q “Cuando me prohibieron, desaparecieron todos los amigos. En Canal 7 estaba Francisco Petrone de interventor, que había venido a casa muchas veces con Homero. ¡Ni me recibió! La única vez que logré una entrevista en un canal fue durante el gobierno de Frondizi. Llego y junto conmigo llega Sandrini, íbamos los dos a ver a la misma persona. Pasé primero yo, y la primera impresión que me llevé fue espantosa: un hombre que me mira por arriba de los anteojos con un armazón negro, oscuro, grande. Lo vi como un cuervo. Ni se levantó, ni me dio la mano. ‘Señor, vengo porque necesito trabajar.’ Hizo un llamado, me mandó a ver a otro a Radio Belgrano, como para sacarme de encima. Cuando salgo, Sandrini me dice: ‘Esperame, que después te llevo’. A la salida charlamos: ‘¿Cómo te fue?’. ‘Mal, ¿y a vos?’ ‘A mí peor.’ ‘Pero quedate tranquila, yo ya tengo solucionado lo mío’, me dijo Sandrini. ‘Yo ahora voy a hacer un programa en Radio El Mundo y voy a pagar a mucha gente para que vayan a aplaudirme. Voy a darle a cada uno una boleta y voy a poner a dos grandotes en la puerta, para que dejen pasar sólo a los que están pagados por mí’. Me invitó para que fuera. Y allí fui, y me asombró lo que vi. ¡Cómo lo aplaudían! A los dos o tres días, el tipo ya era popular. Tuvo el coraje de hacer aquello y le salió redondo. Después lo contrataron aquí y allá, fue un éxito tremendo.”
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