En 2013 hubo dos muertes para lamentar. La primera tuvo gran repercusión pública: Manuel García Ferré (foto), al cabo, marcó a generaciones de lectores de revistas y espectadores de televisión con sus series, películas e historietas. Anteojito, Trulalá, Hijitus, “tiro-lío-cosha golda” y un montón de expresiones semejantes son parte de la cultura popular argentina gracias a la inventiva y capacidad emprendedora del dibujante español. García Ferré fue pionero en el desarrollo de dibujos animados en América latina y sus admiradores solían referirse a él como el “Walt Disney argentino”, porque había adoptado el país donde se había radicado desde muy pequeño como propio. En muchos sentidos, era un visionario. Por ejemplo, produjo su primera serie animada para televisión a color, aunque la tecnología para reproducirlo aún no existía en el país: él intuía que no faltaba mucho para que el salto también llegara a los hogares nacionales.

La otra ausencia pasó mucho más inadvertida. Se trata del dibujante, editor e historiador de la historieta y el humor gráfico Oscar Vázquez Lucio, muchísimo más conocido en el ambiente como “Siulnas”. Al momento de fallecer, Siulnas tenía muy avanzado un proyecto de diccionario enciclopédico sobre sus colegas y la disciplina, que aparecerá póstumamente gracias a la diligencia de sus hijas y herederas.

Siulnas había pasado por diarios y revistas desde los 15 años: Cascabel, Crítica, Rico Tipo, Tía Vicenta, Billiken y otras. Tuvo la suya propia, Humorón, que cerró por las políticas económicas de Martínez de Hoz y luego se dedicó a historizar la disciplina. De su esfuerzo surgieron Historia del humor gráfico y escrito en Argentina (Eudeba) y Aquellos personajes de historieta (Punto Sur Ediciones), además de cantidad de catálogos del Museo de la Caricatura Severo Vaccaro, del que fue asesor cultural durante mucho tiempo. La enciclopedia que aún está pendiente tiene alrededor de 10.000 referencias. Su nombre está en ella.