Tal vez la mejor noticia del estreno de Frozen sea el cortito que lo precede, una de las mejores tradiciones de los sellos Disney y Pixar. Vinculando otra vez tradición y modernidad (algo casi inevitable, para una compañía que se acerca al siglo de vida), Es hora de viajar es un corto de Mickey a la manera de aquellos primeros del ratoncito de los años ’20. “A la manera”, porque no se trata de un corto original, sino de uno que los reproduce hasta en el más mínimo detalle: el tono sepiado, la aparición como secundarios de Minnie y Droopy, la elementalidad dramática de la lucha con un villano y, sobre todo, la puesta en marcha de una dinámica visual incesante y llena de humor. Todo eso se ve “intervenido” por la aparición de un segundo plano del relato, en el que, un poco a la manera de La rosa púrpura de El Cairo, los personajes entran y salen de la pantalla, ingresando en el mundo actual, con colores y tecnología contemporánea. Haciéndole eco a Frozen, Es hora de viajar cuenta también con una mujer-directora, Lauren MacMullan. La mayor curiosidad es que la voz de Mickey la hace –gracias a un complejo proceso de reconstrucción digital– el mismísimo Walt Disney, tal como ocurría en los comienzos, cuando las cosas eran más caseras y todavía estaba lejos de ser un gigantesco emporio multinacional.