MUSICA
Volvió a Argentina con un proyecto musical y un disco nuevo y se topó con ese persianazo que fue Cromañón. En el momento, usted, que fue uno de los músicos más vistos por Cemento, no habló del tema, pero luego incluso propuso desde el escenario que “Chabán no es el único culpable”. ¿Por qué?
–Me han llamado para opinar en televisión, pero jamás voy a ir a hablar con gente que habla otro idioma, no soy un boludo. Mi presencia no ayudaba a Chabán, no me ayudaba a mí ni ayudaba al rock ni a la sociedad ni a nada porque muchos en la tele son unos caretas malcogidos que depositan toda su ira hormonal en vos. A Omar lo crucificaron los medios de comunicación, sobre todo la tele. A mí no me hace feliz la cárcel de Callejeros, no es ésa mi felicidad, pero hay un análisis que es mucho más amplio que poner a Chabán haciéndose el payaso en un video. Es un freak, sí, pero también el principal promotor de la cultura underground durante muchos años. A mí me ayudó sin ninguna ilusión de recupero de negocio de nada. Tía Newton le dio siempre pérdida. Y también lo hacía con Los Caballeros de la Quema y El Otro Yo, no puede tener gustos tan disímiles. Cemento era un cubo negro de cemento donde no había otra cosa que cerveza de litro de la peor, pero ahora no existe un domo donde una banda pasa del underground de 200 a 300 a 500 a 1000 a 3000 personas. Agarrás una cronología de shows de esa época de cualquier banda que se haya hecho grande y son tres años en Cemento hasta el primer Obras o Luna Park. Y los tres años de Cemento sin Cemento, ¿dónde los hacés? Puede haber lugar, ¿pero te bancan esa progresión como socios yendo a pérdida? A Omar la economía de un país en esta situación lo llevó a fisurar por un supuesto buen negocio. Pero por otro lado, ahí está enfermo y empobrecido mientras todo el que gana plata del rock hoy se lo debe de algún modo a él. Si no ibas a Cemento no pasaba absolutamente nada: había rock y chicas, conocías gente muy interesante y giles que siempre estuvieron, como en este momento, pero podías ver algo. Había cosas buenas, había cosas bárbaras y muchos nombres se quedaron ahí. Y había locura también.
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