Sin perder de vista los cambios en el consumo cultural que afectan a la televisión abierta, Bonavetti sabe que no basta con pensar programas. Para él, los formatos que permitan tener una interacción multiplataforma son los que van a predominar más pronto que tarde. “Mi visión de la TV abierta no es apocalíptica, pero tengo claro que la relación de la gente con la pantalla está mutando. Basta ver la cantidad de reproducciones en nuestra web que tienen nuestros programas para darse cuenta de que quién no piensa on line va a quedar ceñido a una porción de televidentes cada vez más pequeña”, detalla. Plantea que las buenas y originales historias pueden derribar cualquier renovación digital. “Se habla mucho –analiza– de que la TV está en crisis. Ibope dijo durante dos años que en la tarde ningún programa medía más de 7 puntos, que ése era el público. Ahora vino Av. Brasil, que hace 16 diarios. ¿Qué sucede? Que si uno cree que tiene que hablarle a la gente que supuestamente está, sin pensar que uno puede sumar audiencia, termina haciendo una TV chata y previsible. Por eso Av. Brasil mide más que el prime time. ¿Es un dibujo? No, esta gente no estaba seducida por nada de lo que la TV abierta proponía. La TV debe romper modelos previsibles del mercado. Esa es la única manera de construir audiencia. En terapia, por ejemplo, no encajaba dentro de los parámetros televisivos de entretenimiento, porque no tiene acción, no tiene cortes, no hay enredos, son dos personajes hablando en una misma escenografía... Y, sin embargo, tiene un público de gente que la ve y que no necesariamente es teleadicta. Nuestro desafío es pensar cómo logramos sumar más audiencia, disputar liderazgo y hacer que la combinación de lo popular y vanguardista sea una marca distintiva del canal.”