CINE
A lo largo de su carrera, Alain Resnais definió del modo en que sigue algunos conceptos ligados a su obra.
- Cine y literatura: Antes de dedicarme al cine, juré no filmar jamás una película escrita por un novelista, o basada en una novela. Las adaptaciones literarias “clásicas”, D’Artagnan, Madame Bovary, siempre me decepcionaban. Mi sueño era trabajar sobre un guión original para cine, siempre y cuando el autor hubiera escrito al menos una obra de teatro. Conocí a Marguerite Duras viendo una de sus obras. Alain RobbeGrillet nunca escribió teatro, pero su estilo de escritura era sumamente teatral y musical. Me acuerdo que cuando leí el guión de Hace un año en Marienbad le comenté que más que un guión de cine parecía el libreto de una ópera. El respondió que sí, por supuesto.
- Cine y teatro: A la inversa de lo que me ocurría con la literatura, nunca tuve problemas en adaptar obras de teatro. Entre el teatro y el cine hay puntos de contacto evidentes, cosa que no pasa con la literatura. El teatro y el cine son artes de la representación, y como a mí además me gusta el artificio y no hay mayor artificio que el teatro, siempre me sentí cómodo filmando teatro. Me gusta que los espectadores adviertan, ante cualquiera de mis películas, que no están ante una muestra de cinéma-verité. Que perciban que están frente a actores maquillados, que estudiaron un texto y lo están repitiendo.
- Realidad e imaginación: No aspiro a imitar la realidad. Si algo intento imitar es lo imaginario. Me alegraría mucho que se considerara a mis películas documentales de la imaginación. Magritte decía: “Para qué pintar lo real, la pintura sirve para fijar imágenes que no están en la vida diaria”. Leyendo un guión me vienen imágenes de todo tipo. Algunas se borran en el curso de una noche, otras persisten. Si veo que puedo incluirlas en la película lo hago, aunque no tengan relación estricta con la lógica del relato. En verdad, las pongo justamente para barrer con esa lógica. Amo lo irracional, lo sorpresivo: en la vida cotidiana uno invierte su tiempo en eludir el imprevisto.
- Cine y artificio: En un interior real no puedo encontrar el ritmo de la escena. En un exterior está el tema del sol que asoma y se oculta en los momentos más imprevistos, la lluvia que cae cuando no debería y sobre todo el viento, mi enemigo jurado. Yo busco crear recuerdos, emociones, imágenes en la cabeza de los espectadores. Si puedo cambiar la iluminación, el decorado, tengo libertad para lograr todo eso. ¿Artificial? Nada más artificial que una partitura...
- Cine y música: No me considero un “autor” ni aspiro a serlo. Lo que pretendo, cuando abordo un guión, es sacar lo mejor de él, hacerlo lo más creíble que me sea posible. No veo constantes en mi cine, salvo una: el deseo de hacer películas como quien hace música. Si algo pretendo de mis películas es que se reconozca en ellas un sonido y un fraseo particulares, palabras que no son las de todos los días. Lo más importante de un actor es para mí la voz, y en cada escena pongo especial atención al modo en que sus voces se relacionan. Creo que puede imaginarse un film sin imágenes, pero no uno sin banda sonora.
- Lo lúdico: He sido considerado un cineasta “serio” y hasta “filosófico”. Me siento más representado por quien dijo alguna vez que yo jugaba con el cine como si se tratara de un Mecano. Me encanta ver qué pasa si coloco determinado engranaje en determinada estructura. Incluso películas mías de las consideradas “serias” tienen un margen de juego importante. Fíjese Hiroshima mon amour (foto), por ejemplo: del pasado de la heroína uno conoce sólo lo que ella cuenta. ¿Pero qué prueba hay de que sea verdad? Allí hay un margen para jugar con la posibilidad de que no lo sea...
- La muerte: En la preadolescencia sufrí de tuberculosis, y los médicos no supieron diagnosticarla. Debí haber muerto a los 16 años. Tal vez hayan sido la lectura, el cine, el espectáculo, los que me salvaron. Lo más terrible no es la muerte sino la separación. Mi padre creía en la resurrección del cuerpo. Imagínese que después de la muerte uno se encuentra con todas las mujeres que conoció. Sería una locura, ¿no? El cine es un cementerio viviente. Uno ve películas en las que todos los actores están muertos. Cada vez que voy al cine siento la presencia de la muerte.
Selección y traducción: Horacio Bernades.
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