TEATRO
Referentes de las nuevas generaciones, Cáceres y Santa Ana coinciden en la importancia del juego actoral a la hora de subirse a un escenario, pero difieren en el método. “La obra nos permite mucho juego y mucha exigencia a la vez; es como un carro cayendo en picada”, coinciden. Sin embargo, el actor al que también se lo puede ver en Sres. Papis es más instintivo que mental a la hora de trabajar. “Con el tiempo me di cuenta de que metiendo menos la cabeza en un papel hacía mejores laburos. Mi manera de desencriptar era entregarme al juego. Soy más de hacer y de equivocarme que de analizar el personaje y/o la situación”, cuenta. Por su parte, Santa Ana cree que “la actuación es un acto de fe, en creer en esa verdad que se cuenta en el tiempo que dure la función”. La actriz recuerda una situación que la marcó para siempre. “Elena Tasisto, cuando me dirigía en La casa de Bernarda Alba, me dijo una vez que desde que entraba al teatro hasta cuando salía sólo debía ser Magdalena, que era mi personaje. Siento que cuando soy el personaje, el margen de error es mínimo. Por eso para mí el análisis previo del texto como la concentración anterior a salir a escena son fundamentales”, subraya.
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