Lun 24.07.2006
espectaculos

TEATRO › SU TRAYECTORIA EN EL TEATRO, EL CINE Y LA TV

Afectos, premios y personajes

El protagónico de Susú Pecoraro en Camila, el film de María Luisa Bemberg que fuera nominado al Oscar, permitió a la actriz viajar y recibir premios internacionales. Galardones que no modificaron su actitud respecto del trabajo: “Es un lugar muy deseado –admite–, pero a veces de gran soledad y sobre todo de mucha disciplina: una se pasa horas estudiando para un momentito”. Se inició en la profesión aún antes de finalizar sus estudios en el Conservatorio Nacional de Arte Dramático. Ya en los años ’70, participó en miniseries de televisión y en teatro, donde se la vio, entre otros títulos, en Sin testigos, de Nikita Mikhalkov (1989); Orinoco, de Emilio Carballido (1991), con actuación y dirección de Inda Ledesma; La noche de la iguana; Monólogos de la vagina, con dirección de Lía Jelín; y Porteñas, un montaje de Manuel González Gil. La tevé la convocó en varias oportunidades: para los ciclos El león y la rosas en pugna; “Compromiso” (1983); “Cuentos para ver” (1984); y las emisiones de “Apasionada” (1992); “Culpables” (2001) y el unitario “Ambiciones” (2005). El cine le ha brindado premios y afectos, “sinceros, no cholulos”, apunta. Trabajó en Allá lejos y hace tiempo (1978); El arreglo (1983); Tacos altos; Los amores de Kafka (1987); Sur, dirigida por Pino Solanas (1987); Las cosas del querer; Dónde estás amor de mi vida que no te puedo encontrar (1992); Historias clandestinas en La Habana, dirigida por Diego Musiak (1996/1997); 18-J (2004), compuesta por diez cortometrajes sobre el atentado a la AMIA del 18 de julio de 1994; Roma, dirigida por Adolfo Aristarain (2004), y Cara de queso, de Ariel Winograd. Susú recuerda especialmente la repercusión que tuvo la película sobre la vida de Camila O’Gorman. La presentación en el Festival Internacional de La Habana fue –dice– un aprendizaje único. “Esos eran encuentros artísticos de verdad. Allí no había nada frívolo. Me enamoré de la isla. Después, cuando pude viajar a Estados Unidos, supe que sólo podía vivir en tres países. Primero en casa, en Argentina, y después en Cuba o Uruguay.” Reitera que nunca le faltó trabajo como actriz, que siendo alumna del Conservatorio siempre la llamaban para algún papel. Sergio De Cecco, Carlos Somigliana y Aída Bortnik fueron algunos de los autores que repararon en esta actriz, ávida lectora de Katherine Mansfield, Marguerite Duras, Clarice Lispector y la catalana Mercè Rodoreda.

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