LITERATURA › PREMIO DE LA CRITICA PARA CADA VEZ MAS CERCA, DE ELVIO GANDOLFO
› Por Silvina Friera
Una membrana delgada, apenas perceptible, separa lo real de lo fantástico, lo “normal” de lo extraño. Hay relatos que empujan a los lectores a una travesía vacilante, la búsqueda vana de cierta estabilidad donde sólo parece haber fisuras y los sentidos tambalean. Detrás de la siempre sospechosa amabilidad de lo convencional puede estar agazapado lo extraordinario. Lo siniestro. Lo rutinario alterado, perdiendo su ritmo y reiteraciones para mutar hacia otros territorios más esquivos, más huidizos. Basta escarbar un poco en las entrañas de un personaje, asistir a la inminencia de la revelación de un secreto o al azar que teje, minucioso, el lado oscuro de aquello que parecía transparente para aproximarse, por ejemplo, a las peripecias de una pintora caída en desgracia, al cuerpo de un animal que provoca accidentes, a las confusas visiones de una mujer asediada por su ex novio muerto o al enigma de la desaparición de un coronel retirado. Por estas zonas literarias transita Cada vez más cerca, de Elvio Gandolfo, publicado por la editorial cordobesa Caballo Negro, que obtuvo el Premio de la Crítica al mejor libro de creación literaria editado durante el último año. El escritor recibirá esta distinción que entrega la Fundación El Libro hoy a las 20.30 en la sala Victoria Ocampo de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.
“Ha sido una sorpresa muy agradable, duplicada por el hecho de ser otorgado a un libro de cuentos”, subraya Gandolfo a Página/12. Según el fallo del jurado, Cada vez más cerca reúne “relatos que van de lo realista a lo fantástico y, al abordar los conflictos de personas enfrentadas a la anomia y enajenación de la vida urbana, reafirma la línea temática y la calidad literaria de toda la obra del autor”. El jurado, presidido por Julio Crespo, estuvo integrado por Jorge Lafforgue, María Rosa Lojo, Claudio Zeiger, Pedro Rey, Matías Serra Bradford y Gigliola Zecchin, entre otros. “El narrador de los relatos de Gandolfo se construye con una figura atípica, la del cazador –plantea el jurado–. Su mirada registra no ya los detalles de las circunstancias cotidianas, lo que se sustrae a la percepción, sino aquellas fisuras en la trama de lo real por donde se filtran lo desconocido, lo inquietante. Pueden ser los restos de un animal prehistórico que yacen bajo la superficie de Buenos Aires y de vez en cuando producen un movimiento, un tipo que se saca algo espantoso de la nariz en el baño de un bar, el recuerdo de una mujer que sobreviene cuando el narrador está a merced de un dentista, dos jóvenes de actitudes extrañas que son la comidilla de las chismosas en un barrio. El eje pasa por el cuerpo: el modo en que los gestos y las actitudes dicen cosas inaccesibles al lenguaje, o menos ambiguas que las palabras, la forma en que dos ancianos pueden entenderse en un tango cuando no hay otra posibilidad de comunicación, la extenuación progresiva de una artista en manos de una especie de vampiro.”
Aunque Gandolfo nació en San Rafael (Mendoza) en 1947, al año ya estaba viviendo en Rosario –a la que considera su ciudad natal–, donde dirigió junto a su padre, Francisco Gandolfo, la revista literaria El Lagrimal Trifulca (1968-1976). Ha publicado poemas, cuentos, novelas, ensayos, entre otros De lagrimales y cachimbas (1972), La reina de las nieves (1982), Sin creer en nada (1987), Dos mujeres (1992), Ferrocarriles Argentinos (1994), Boomerang (1993) y Omnibus (2006). Su libro premiado, Cada vez más cerca, “surgió de combinar varios cuentos que escribí para un libro en el último par de años con otros relatos escritos por distintos motivos, en especial antologías de cuentos inéditos”, dice el escritor, traductor y periodista. En Caballo Negro, dirigida por Alejo Carbonell, ya había publicado The book o writers (2010), un conjunto de textos sobre escritores entre reales e imaginarios. “Quedé muy conforme con la edición de ese libro –recuerda Gandolfo–. Me gustaba insertarme en el movimiento cultural muy variado y dinámico que está teniendo Córdoba, incluyendo el nacimiento de un cine que toma la ciudad como entorno de sus relatos. Además mis padres eran de Córdoba: mi padre de Hernando, y mi madre de Leones.”
“El cuento se me ocurre y lo voy escribiendo. Es raro el cuento que termino de una sentada”, advierte el escritor. “Puede tener o no datos biográficos, y la ficción y los datos se mezclan de una manera inextricable. El cuento ‘Clasificación’ parte de un hecho real: el olvido en un taxi de una bolsa con revistas de kiosco que le había comprado a un amigo en Buenos Aires, pasado a original de novela único y largo –la obra maestra de un gran escritor–, y está lleno de agregados posteriores. ‘El tango y Tito Lamónica’ parte de una situación personal adjudicada a otro’.” En los dieciséis relatos de Cada vez más cerca, en el modo en que suenan y vibran cada uno de los cuentos, queda claro que Gandolfo es uno de los grandes narradores de la literatura argentina.
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