Lunes, 7 de julio de 2014 | Hoy
MUSICA
- Teresa Parodi: “Troilo tiene el secreto del alma del bandoneón. Tiene el secreto de los barrios de Buenos Aires. Tiene, en presente, porque su música sucede en presente, para toda la vida. ‘¿Quien dijo que me fui de mi barrio? cuándo, pero cuándo, si siempre estoy llegando...’ Su voz de tango, de cielo trasnochado, ronca y tierna, mordiendo aquellos versos que algún día dijera, nos arrulla a la orilla de este sueño desvelado que somos finalmente. Hay un adiós oliendo en las quejas de los fueyes y un farol de otro tiempo con su luz que agoniza. Buenos Aires desnuda su fulgor dulcemente con el tango que Troilo nos dejó en cada esquina. No se ha ido del barrio. Es verdad. ¡Qué alegría!
- José Colángelo (último pianista de Troilo): “Fue, es y será sin lugar a dudas el más grande. Como instrumentista, como director, como compositor y como persona, la más generosa que yo he conocido. El haber estado con ese gordo maravilloso durante casi ocho años me marcó para siempre, y no podré olvidar las enseñanzas recibidas de su parte. Sólo resta decir: ‘Aníbal seguí desde allí, ayudándonos a todos aquellos que somos de alguna manera tus hijos musicales’”.
- Juan “Tata” Cedrón: “Gardel decía que hacer canciones era uno de los oficios más nobles. Y Troilo fue un hacedor de canciones: ‘La última curda’, ‘Sur’, ‘Garúa’, ‘Toda mi vida’, ‘Barrio de tango’, ‘Responso’, ‘La trampera’, ‘A Pedro Maffia’. Celebremos a Troilo compositor. Troilo, digo, tocaba el fueye como si fuese Gardel cantando. Troilo cantaba tocando el fueye. Troilo es medular. Julián Centeya no se equivocó cuando dijo: ‘Troilo con t de tango’”.
- Fernando Suárez Paz: “En mi largo camino en el arte tuve la fortuna de tocar con la orquesta de uno de los pilares del tango, el gran maestro Aníbal Troilo. Dueño de un estilo clásico y personal, al escuchar sus grabaciones es inmediatamente reconocido por su musicalidad. En la interpretación de tangos instrumentales, los músicos esperábamos la parte solista de bandoneón para disfrutar de su forma de ‘cantar’ con la zurda la melodía simple, pero con tanta expresión que nos hacía estremecer. En este recuerdo por el centenario quiero recordar también a su cuarteto con Roberto Grela, tan puro y bello”.
- Litto Nebbia: “Troilo es esa clase de músico irremplazable. Un sentimiento ‘decidor’ desde su bandoneón cadenero. Un líder certero en todas sus formaciones orquestales. Pero además un gran compositor, muchas veces opacado por ese don de gente que emanaba su figura a nivel popular. Lo más cerca que estuve de él fue en uno de esos tradicionales carnavales del Club Comunicaciones. Esos tiempos en que a los bailes de Carnaval –8 Grandes 8– asistía toda la familia, y donde actuaba la Orquesta de tango para los padres, y la de rock para los más jovencitos. Recuerdo que una noche, en 1968, compartimos el palco con Los Gatos y cuando la extraordinaria Orquesta de Pichuco finalizó, el locutor pasó a presentarnos a nosotros. Mientras subíamos al escenario, iban descendiendo sus músicos, sin mirarnos siquiera. Eran tiempos de exagerada incomprensión entre mayores y jóvenes. Los tangueros te acusaban de no hacer música ‘de acá’ y todo ese tipo de polémicas que, sabemos, nunca le han servido a este lugar. Treinta y tantos años más tarde, pude recordar este suceso, junto al último cantor de Troilo, el insuperable Tito Reyes, que esa noche estaba cantando y tampoco entendía por qué los músicos de distinta generación no se saludaban. No se miraban. ¿Por qué?: cosas del negocio, de la prensa, y de la gran discordia que existía con la diferencia generacional. Nos reíamos luego con Tito recordando esta anécdota. Ellos nos miraban con recelo por el pelo largo y nosotros los mirábamos con temor porque eran tangueros y se nos extraviaba lo más importante: amábamos la música. Junto a todo su talento, el legado completo de Troilo es su idoneidad artística. La imagen imborrable de alguien que ha sido y es querido todo el tiempo, por varias generaciones. Troilo es una de esas personas que, por donde vas, siempre escuchás que lo mencionan como a una extraordinaria persona, un sentimiento total, mucho antes que como bandoneonista, arreglador o compositor. Hacia 1992 compuse una canción donde realizaba de alguna manera un paralelismo sentimental entre la figura de Troilo y mi padre. Y tuve la suerte de que la cantara el propio Tito Reyes”.
- Esteban Morgado: “Lo genial de Troilo se puede comprobar en varias facetas: como compositor, como bandoneonista y como persona. Siempre pongo sus temas como ejemplo en las clases de armonía cuando estudiamos tonalidades y vemos cómo sus resoluciones armónicas no siempre van a los lugares esperados, cómo en sus composiciones te sorprende permanentemente y refresca la trama de lo que va escribiendo. Por otro lado, la maravillosa empatía con las letras de los poemas que musicalizó, de autores impresionantes. Su música resalta las imágenes de los poetas hasta el punto de no poder imaginar esas poesías sin esas músicas. Como bandoneonista supo manejar la pausa, el fraseo, los silencios, haciendo realidad aquello de que a veces ‘menos es más’. Su imagen volcado sobre el fueye con los ojos cerrados, como buscando el qué decir, y diciéndolo como nadie...., un maestro, un tiempista del tango, un Riquelme, Bochini o Francescoli, usando metáforas futboleras y además, como si esto fuera poco, dicen los que lo conocieron, que era un tipo buenísimo, muy generoso, y gran amigo de sus amigos. Tuve la suerte de conocer y trabajar con su amigo el Polaco Goyeneche, que una vez me contó esta anécdota: pasa Troilo a buscar al Polaco para ensayar una mañana y vuelven a casa del Polaco recién a la tarde del día siguiente... El Polaco le pide a Troilo que lo acompañe para justificar la cuestión... El Gordo le dice que lo espera afuera mientras el Polaco entra a su casa y a los 5 minutos salen con Luisa (la mujer del Polaco) para hablar con Troilo y él no estaba... Vuelven a encontrarse a la noche en los laburos que hacían juntos y el Polaco le recrimina la ausencia y el Gordo le dice: ‘¿Sabe qué pasa Polaquito? En mi estado, no podía hablar con una Dama’ ¡Un caballero!”
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