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Jueves, 17 de julio de 2014

CINE › TANA SCHéMBORI, LALI GONZáLEZ Y NICO GARCíA, ANTE EL ESTRENO DE 7 CAJAS

“Hoy hay una primavera del cine paraguayo”

La codirectora y dos de los protagonistas del film que se estrena hoy en Buenos Aires coinciden en que el secreto del éxito que tuvo en su país está en que “los paraguayos se han sentido reflejados en el humor, en cómo nos reímos de nosotros mismos”.

 Por Oscar Ranzani

El Mercado 4 ocupa ocho manzanas de la ciudad de Asunción (Paraguay). Allí viven unas quinientas personas, pero circulan diariamente otras dos mil. Es un ámbito donde se vende de todo, tanto de manera legal como ilegal: desde frutas y verduras hasta productos electrónicos, celulares y ropa. Y con sus laberínticos pasillos, el Mercado 4 es un espacio donde conviven personas de diferentes culturas: coreanos, chinos, árabes, judíos y, lógicamente, paraguayos. Allí es donde los cineastas Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori filmaron 7 cajas, la película más vista en la historia del cine paraguayo, que hoy se estrena comercialmente en Buenos Aires. Ambos trabajan juntos desde hace veinticuatro años y son referentes de la industria audiovisual de su país: realizaron series televisivas, publicidades, unitarios y cortos. Schémbori viajó junto a dos de los actores del film, Nico García y Lali González, y hoy a las 20.50 los tres estarán en la función especial en Bama Cine Arte (Diagonal Norte 1150) y tras la proyección de 7 cajas debatirán con el público en la sala.

La idea de 7 cajas fue de Maneglia, quien quedó fascinado con el Mercado 4 cuando en 1992 fue junto a Schémbori a realizar un informe periodístico para un programa de investigación que se llamaba El ojo, y que después de la dictadura fue un ciclo televisivo de denuncia. Schémbori recuerda que con Maneglia estaban grabando a los trabajadores de la noche y su colega le comentó: “¡Qué alucinante este lugar!”. “Ya conocíamos el mercado porque es un lugar donde todo el mundo va: hasta si necesitás un botón te vas a un puesto porque son ocho cuadras donde hay de todo”, comenta Schémbori en la entrevista con Página/12, de la que también participan García y González. Recién veinte años después pudieron estrenar la película que Maneglia había pensado. “En 2004 Juanca me dijo que quería hacer una película de un carretillero. Después, se robaron el guión con el auto de Juanca porque él escribía en fichas, no en computadora. Recuperó el auto, pero no el guión y tuvo que volver a escribir todo. Y en 2009 empezamos la preproducción, en 2010 grabamos. Se tenía que estrenar en 2011, pero nos quedamos sin plata. La presentamos en Cine en Construcción en San Sebastián y ganamos. Por primera vez en Cine en Construcción ganó un proyecto por unanimidad del jurado. Y nos abrió muchas puertas”, recuerda Schémbori.

7 cajas comienza mostrando la competencia que hay entre los carretilleros por llevar los productos que compran los clientes. Uno de ellos, un joven de unos diecisiete años llamado Víctor (Celso Franco) busca ganar un poco de dinero para poder subsistir. Hasta que un carnicero que pertenece a una banda criminal que comanda un tal Luis (Nico García) le ofrece transportar siete cajas pero no le dice qué contienen. Y ése es uno de los secretos de la película. A cambio le entregará la otra mitad del billete de cien dólares que le dio. Pero Víctor no sabe que está lidiando con gente pesada y atravesará el Mercado 4 con la compañía de Liz (Lali González), una adolescente que parece tener los pies más firmes en la tierra. Juntos padecerán todo tipo de inconvenientes antes de que la “mercadería” llegue a destino.

–¿Con qué creen que se identificó el pueblo paraguayo para convertir a 7 cajas en la película más vista en la historia del cine de su país?

Nico García: –Yo creo que se han sentido reflejados en el humor, en cómo nosotros llevamos las desgracias, en cómo nos reímos de nosotros mismos. Fueron a ver una película en la que los personajes hablaban como ellos. Ese fue realmente el gran detonante.

Lali González: –También fue la primera película que rompió en taquilla y una las razones radica en que los paraguayos estábamos muy acostumbrados a ver cine de autor, un cine más independiente, más lento. Entonces, el público tenía cierto rechazo al cine paraguayo. Una vez que se estrenó 7 cajas empezó a gustarles a quienes la vieron y se produjo un boca en boca. Incluso cuando se estrenó en Asunción se generó el secreto de que nadie te contara lo que había en las siete cajas. Era impresionante cómo no se contaba aunque eso no era el detonante de la historia. Y se generó una linda conexión entre nosotros y fue lo que dio esperanzas al público y a los que trabajamos del otro lado del cine a seguir haciendo películas.

–¿Buscaron una combinación entre el thriller y la crítica social de las condiciones en que viven muchas personas en Paraguay?

Tana Schémbori: –Yo lo creo así. Cuando leí el guión, le dije a Juanca que me había gustado eso. Había dos lecturas: el público se iba a entretener y el espectador más crítico iba a darse cuenta de que debajo de la superficie había algo.

–Aun así, la película tiene su dosis de comedia. ¿Por qué pensaron esa combinación entre el humor y el drama?

T. S.: –En principio, porque es una forma de contar que nos gusta. Juanca me decía que quería hacer una película “yanqui” pero que, en vez de usar autos, se usaran carretillas. Era también una manera de llegar al público.

L. G.: –Además es importante resaltar que por más que parezca que tenga pizcas de humor, el paraguayo tiene esa personalidad. El que te roba el celular es capaz de contarte dónde está. De repente, el paraguayo cae en lo absurdo. Por eso es que nos reímos tanto al ver la película porque lo que se muestra es así.

–¿Y qué creen que atrajo en el extranjero, en especial en los festivales internacionales, de una película con tanto sabor local?

T. S.: –Es lo que nos preguntábamos siempre con Juanca. Logramos el objetivo en Paraguay, pero el estreno mundial fue en el Festival de Toronto. La gente salía maravillada. Había cosas universales de las cuales se reían todos. Y yo le preguntaba a Juanca cuál era el secreto. Y él me decía: “Yo creo que son personajes queribles”. Porque en Japón, en la India, en Cuba, la película terminaba y la gente siempre aplaudía. Creo que pasa por ahí.

–¿El ambiente del Mercado 4 es en realidad tan hostil y competitivo como se muestra en la película?

N. G.: –Nosotros exacerbamos un poquito el tema de la violencia y también lo de esa oscuridad y ese miedo que te da la noche ahí. Son ocho manzanas y a la noche sí es un poco más complicado. Pero en esencia es así, tiene la energía que se muestra en la noche.

L. G.: –Viene a ser como La Salada acá en Buenos Aires: un mercado grande que es peligroso de noche, sobre todo si andás solo.

–Y también tiene un cruce importante de culturas, ¿no?

L. G.: –También: están los coreanos, los chinos, los japoneses, los paraguayos, los árabes, cada uno con sus locales, y son muy territoriales.

N. G.: –Y se falsifica de todo. Lo curioso que pasó con esta película es que nadie vendió copias truchas de 7 cajas. Se prohibió e hicieron un movimiento entre todos y pusieron carteles de que allí no se vendía. De tanto cariño que pegamos con la gente, ellos mismos, los del mercado, hicieron una campaña para que no se vendieran DVD truchos.

–¿Los carretilleros son personajes queribles en el mercado o son mal vistos en la sociedad paraguaya?

T. S.: –No, son queribles y hay de todas las edades. Es cierto que algunos son pesados. Hay de todo, pero son muy necesarios porque la gente compra cualquier cantidad de mercadería. Entonces, los carretilleros están para transportar las cajas de frutas, verduras y demás.

–¿Por qué la película transcurre prácticamente de noche? ¿Cómo incidió esta decisión en el rodaje?

T. S.: –Fue el sueño de Juanca: le encantó esa imagen que tenía el mercado de noche. Y porque era más controlable. De día, hay una invasión de personas y filmar iba a ser imposible. Aparte, se le ocurrió que toda la historia transcurriera en doce horas. Empieza a la tarde y termina al otro día. Pero más que nada fue por esa magia que tiene el mercado de noche.

–¿Que buena parte esté hablada en guaraní fue para mantener la cultura del lugar en la pantalla o tuvo otro objetivo por parte de ustedes?

T. S.: –No, es como habla la mayoría de la gente que trabaja allí. Buscamos respetar la manera de hablar que tiene el carretillero. Incluso dentro del mercado hay dialectos especiales.

–Lali, ¿su personaje es una combinación entre la niña y la mujer?

L. G.: –Sí, totalmente. Es también un homenaje a la mujer paraguaya porque la mujer paraguaya tiene mucho de Liz: su carácter, está siempre atrás del hombre, lo salva, lo impulsa. Y es quisquillosa, insistente, un poco intensa. Yo tenía veintitrés años y tenía que interpretar a una nena de quince. Entonces, evidentemente se siente esa fusión de interpretar a alguien muy joven, pero yo tenía a la verdadera Liz al lado, que estaba siempre con nosotros, y eso fue una ventaja. Tampoco me podía desprender del todo de lo que yo había vivido. Pero me ayudó muchísimo que mi casa estuviera a pasos del Mercado 4 y que ella estuviera en el rodaje siempre con nosotros porque me permitía rescatar su humor a pesar de todo lo que vivió, porque sufrió abusos, maltratos, vivía sola en una pieza. Entonces, traté de rescatar esa felicidad y esa humanidad que ella transmitía con su sonrisa. Eso me ayudó un poquito a la hora de construir mi personaje.

–Yendo a algo más general, ¿cómo es hacer cine en Paraguay?

T. S.: –Paraguay no tiene en toda su historia más de veinticinco películas. No teníamos una tradición cinematográfica. Tenemos los legados de la producción argentina como, por ejemplo, Armando Bo. Netamente películas paraguayas hay muy pocas, hay algunas coproducciones con Brasil. Y siempre se empezaba y no había una continuidad. Pero en los ’80, Juan Carlos Maneglia y un grupo de gente empezaron a hacer cortos en video, en VHS, porque no había fílmico. Y a partir de entonces se logró una mayor continuidad con los cortos. Y recién todo empezó a florecer en 2003, 2004, cuando nosotros empezamos a hacer series en la tele y se estrenaron largos, hechos en digital para el cine. Hamaca paraguaya, que se hizo en 35 mm, fue la gran sorpresa porque estuvo en el Festival de Cannes. Ahí hubo una continuidad. Y después vino 7 cajas. Tras el estreno, se creó la Universidad del Cine. Ahora hay también una Academia de Cine. 7 cajas despertó algo en la gente. Y ahora hay más de seis películas por rodarse. Hay una primavera del cine paraguayo.

–¿Y al público paraguayo le gusta el cine de su país o es una dificultad llenar las salas con una producción nacional?

L. G.: –Después de 7 cajas, le gusta y está esperando ansioso el cine paraguayo. ¿Por qué? Porque anteriormente, como decíamos hace un rato, estaban más acostumbrados al cine de autor o documental. De hecho, el público paraguayo no está acostumbrado a ir a ver una película al cine. Convengamos que estamos invadidos por la piratería y no tenemos la cultura de ir al cine. Después vino el suceso de Libertad, que fue una película previa a 7 cajas, con 40 mil espectadores, que significó un número record. Y luego llegó 7 cajas, con 400 mil espectadores, que dobló a Titanic. Y es ahí donde nosotros descubrimos que el paraguayo sí quiere ver cine paraguayo. Y ahora con el rodaje de varias películas todos están expectantes. Y lo interesante es que no sólo en Asunción se están rodando películas, sino en otras ciudades como, por ejemplo, Ciudad del Este.

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Schémbori, González y García vinieron a presentar el film. Hoy habrá función con debate en Bama Cine Arte.
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    Por Oscar Ranzani
 
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