Domingo, 26 de octubre de 2014 | Hoy
MUSICA
La Sala Circular del Espacio Julio Le Parc de Mendoza es el lugar ideal para la décima encarnación de la Orchestra of Crafty Guitarists: en el anfiteatro cerrado, los dos círculos concéntricos de guitarristas encuentran la disposición ideal. Y lo que sucede allí, en la noche del domingo posterior al Guitar Circle de Lunlunta, es pura magia. Las canciones se mezclan con las “circulaciones”, una performance en la que los instrumentistas se “pasan” notas o acordes, acompañando incluso con un leve movimiento del mástil. El entretejido que arman las 50 guitarras sin ninguna amplificación le devuelve a la música un carácter primordial, de encantamiento de los sentidos. Sí, aparece el típico irrespetuoso que hizo caso omiso del pedido previo y suena un celular, pero la noche transcurre sin mayores sobresaltos y un puro acto de amor a la música.
Sentado en un borde del círculo exterior, Fripp a veces dirige y a veces sólo disfruta lo que sucede, pero parece estar todo el tiempo al tanto de lo que hace cada uno. Los silencios juegan un rol tan trascendente como las notas; se arman combinaciones de 3, 5 o 17 guitarristas, los sonidos viajan de un sector a otro de los círculos, y cuando tocan todos juntos el aire vibra. Hay material del California Guitar Trio y de Los Gauchos Alemanes, e incluso una versión de “Yo vengo a ofrecer mi corazón”. Y hay un momento que demuestra cuánto sabe Fripp de estas cuestiones: tras una larga circulación de momentos casi abstractos, se para, avanza un poco y grita: “OK, toda esta cosa arty de las guitarras está muy bien, pero... ¿por qué no tocan algo de King Crimson?”. Y entonces suena “Red”, lo más parecido al concepto de tribunero que puede encontrarse en una velada de felices desafíos artesanales.
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