Te creís la más linda... (pero eris la más puta) fue el resultado de un trabajo facultativo realizado cuando Sandoval tenía apenas 20 años. “Es una película sucia, hecha en VHS y sin iluminar la noche ni nada, así que estaba todo dado para que fuera un proyecto amateur. De todos modos, creo que se hizo la mejor película posible desde lo técnico y lo humano”, analiza hoy, y compara: “Acá había más dinero, técnicos profesionales y un grupo con más experiencia, así que sabíamos que habría un salto de calidad. Pero justamente me daba miedo que ese salto implicara perder frescura. Cada vez que me preguntan por esto rescato haber mantenido el espíritu amateur independientemente de los recursos y la estética mejorada. Siento que uno tiene que ir evolucionando todo el tiempo y que, si bien nunca hay que descuidarlo, lo importante no está en lo técnico sino en el contenido. El desafío era mantener esa frescura teniendo más presiones, más dinero y sabiendo desde el principio que estaba haciendo una película. Ese era mi gran temor y creo que logré superarlo”.