El 2 de enero de 1982 se realizó el Festival Pan Caliente en el club Excursionistas. La revista que dirigía Jorge Pistocchi se había quedado sin fondos y estaba a punto de desaparecer. Una larga lista de bandas, reclutadas por Miguel Abuelo, salieron al escenario con el objetivo de juntar el dinero para mantener a Pan Caliente en las calles. “Salvo Spinetta, que estaba con Ohanián y no lo dejó tocar, y Charly García, tocaron desde Los Abuelos de la Nada, León Gieco y Litto Nebbia, hasta los Redonditos de Ricota, que en ese momento eran casi unos desconocidos –recuerda Pistocchi—. El permiso lo había conseguido Julio Balbi, un jugador de fútbol de Deportivo Merlo que bancaba la publicación junto al Ruso Verea. Lo hicimos sin que se dieran cuenta, de boca en boca. Habían mandado cinco policías por las dudas y nosotros metimos casi cinco mil personas. Doce horas de bandas. Cuando tocaron los Redondos, un policía vino corriendo a pedirme que por favor paremos todo, imaginate cómo estaban. Había una mujer bailando desnuda en el escenario. Esa jugada promocional los hizo muy famosos. Pero lo importante fue la patriada de esa gran cantidad de músicos tocando gratis para mantener viva la búsqueda de la revista.”

Unos meses después, mientras Pistocchi denunciaba en las páginas de Pan Caliente que la guerra de Malvinas era el último de los intentos por llevar a los jóvenes hacia la muerte, Alberto Ohanián y Daniel Grinbank organizaban el Festival de la Solidaridad para juntar fondos y alimentos para los combatientes. “Los músicos que estuvieron en el Festival de la Solidaridad se engancharon por los combatientes, pero eso se armó en conjunto con la dictadura: la organización, el espacio, la plata para financiar la movida –asegura Pistocchi—. Por eso después Grinbank pudo traer a Mercedes Sosa. El rock no estaba preparado para el poder progresivo que fueron tomando los productores. Les abrieron las puertas de golpe. Eso llevó al vaciamiento de contenido del fenómeno cultural más transgresor que conocimos.”