Martes, 17 de febrero de 2015 | Hoy
CINE › OPINIóN
Por Axel Kuschevatzky *
La patota (1961) siempre fue una película perturbadora e inquietante, fuera de lo común. El film dirigido por Daniel Tinayre y escrito por Eduardo Borrás entró en terrenos donde sus contemporáneos no se atrevían, sacando rápidamente a los espectadores de su zona de confort habitual. Es fácil ver cómo sus ejes temáticos tienen vigencia aun cincuenta años más tarde, y por eso admitían ser revisitados desde una mirada nueva y distinta. La original era un melodrama operando sobre la estructura de un thriller. De un modo similar, El estudiante planteaba –brillantemente– un movimiento parecido: una película política operando sobre la estructura de un thriller. Ese juego narrativo mostraba claramente cómo Santiago Mitre era el director natural para una nueva versión de La patota.
Trabajar con Santiago fue un placer desde el primer minuto. En nuestras charlas sobre el material convivían las referencias a Peckinpah, Bresson, Perros de paja y Diario de un cura rural, entre otros films y realizadores. Creo que algo de eso está en la película, en su mirada de los personajes, que sin embargo nunca deja de ser ciento por ciento Mitre. Sabemos que La patota va a ser una película discutida, que va a generar reacciones muy diferentes y muy viscerales. Y no hay mejor guía en este viaje que Santiago, un director tan clásico como visionario, siempre admirable.
* Productor de La patota.
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