También conocido como Alan Gutiérrez, Daland Sepum es el líder de La Armada Cósmica, grupo que ya debutó discográficamente con Budapest. Es, además, el hijo de Juanse, y participa del disco de versiones de Pappo con un solo de guitarra en “Pájaro metálico”. “Me sorprendió muchísimo el solo que hizo, y no me pongo en un rol genético, porque tengo la responsabilidad de que se haga lo mejor sin importar quién toque”, dice Juanse. “Pappo tenía una gran afinidad con él, le enseñó las primeras escalas siendo casi un bebé. Tenían debilidad el uno por el otro.”

–¿Lo ve como artista, entonces?

–Daland es un artista desde que tiene meses. Mi viejo era compositor, yo soy compositor y él también lo es. Los artistas vemos las cosas desde una atmósfera que no está de acuerdo con la sociedad. Retrato del artista adolescente, ese libro que escribió James Joyce alguna vez –y que nunca leí, pero que mi madre me contó– plantea adónde está parado ese posadolescente. Cuando atravesó ese dolor que no sabe de dónde vino, hay una etapa de frustración y de recomposición de la autoestima. Inevitablemente, a no ser que Dios se interponga, viene la gran rotura de piñata, y no paran de caer caramelos. Es un proceso que ayuda muchísimo a darse cuenta de que no somos artistas porque queremos ser famosos, que es lo que sentimos cuando empezamos, sino porque nos gusta tratar de evitar reconciliarnos con esta realidad mediocre, en la que todos corren permanentemente detrás de un nuevo aparato, una nueva ciencia, o el contacto con alguien que nunca vamos a ver.

–¿Y en relación a usted?

–Yo pude recuperarme a través de la fe, Daland tiene tiempo para encontrar el camino que considere correcto. Creo que hoy, para no tambalear, hay que saber informarse y recurrir adonde corresponde. Si no, estamos en el horno, terminamos preguntándole al sitio de McDonald’s qué ponerle al bife. Somos todos responsables de que haya gente absorbiendo lo que dice un tipo por televisión y me parece patético. Nosotros de chicos estábamos en la esquina pensando en cómo concretar nuestros sueños por fuera de esa mediocridad. Hoy veo poco desplazamiento, falta de entusiasmo, lo más aberrante que pueda pasarle al ser humano. Pero la gente está tarada de tener, no de no tener, necesita perder todo para despertarse y recuperarlo. Ese es el mundo en el que Daland tiene que crecer, también.