FERIA DEL LIBRO › PRESENTACIóN DE LA NOVELA 24/3/76. HISTORIAS DE UN DíA, DE ALFREDO FERNáNDEZ
› Por Silvina Friera
Una pequeña manifestación se produjo en la puerta de la sala Francisco Gabilondo Soler, el sábado a la noche: “¡Alfredo!, ¡Alfredo!, ¡Alfredo!”, gritaban las mujeres y los hombres que se quedaron afuera, sin poder ingresar a la presentación de 24/3/76. Historias de un día, primera novela de Alfredo Fernández, publicada por Colihue en la colección de narrativas de América La Serpiente Emplumada. Víctor Hugo Morales –autor del prólogo–, la periodista Mariana Moyano y el escritor y periodista y escritor Cristian Alarcón acompañaron al autor del libro. “¡Queremos pasar, queremos pasar, queremos pasar!”, pedían. Morales comentó que lo atrapó la música con que se van desenvolviendo, capítulo a capítulo, las historias de esta novela. “Lo que hubo, lo que hay y lo que vendrá desde la amistad, el amor y la lucha caben en las historias de personas notorias y anónimas que entrelazan su marcha en esa jornada crucialmente trágica de la Argentina. Algunos, viviendo casi como un día común una jornada dolorosamente distinta. Otros, caminando a enfrentar a sabiendas un destino en el que los aguardaba la muerte”, se lee en el texto de Morales.
“Este libro propone preguntas; respuestas tenemos un montón respecto de lo que pasó durante la dictadura”, advirtió Moyano. La panelista de 6,7,8 aventuró que 24/3/76. Historias de un día inaugura “una zona de preguntas muy molestas”. “¿Por qué permitimos durante setenta años que fuera cotidiano un golpe de Estado? Es una cotidianidad tan espantosamente naturalizada la que aparece que uno dice cómo es posible que este horror sea natural. Esto está contado en un tono suave, no hay denuncia, no hay una cosa ampulosa”, planteó la periodista y destacó que hay un cambio de época. “La política ha pasado por suerte a ser lo político, o sea lo público, es decir todo. De una buena vez hemos dejado de tener la cabeza diseccionada. Qué fácil es ahora hablar de política sin tener que hablar de las elecciones, esto no era tan fácil hace un tiempo, hoy es muy sencillo porque lo político se comió todo.” Alarcón repasó cómo fue la experiencia de leer la novela de Fernández. “Lo maravilloso de la literatura es que cuando uno lee se suspende el tiempo”, subrayó el autor de Cuando me muera quiero que me toquen cumbia. “La novela es buena y es esa es una gran noticia: no hay muchas novelas buenas de atrevidos que lo hacen no diría yo a destiempo; es la sorpresa de que un cincuentón nos entregue una novela nueva, que la innovación no le pertenezca a esa categoría a veces jodida de la juventud. Alfredo se mete con el peor de todos los temas, pero sabe dónde está parado. Primero porque no es exactamente una novela; hay algo en él que es mucho más fuerte que el imperativo de la ficción, que es lo real. Es una novela de lo real, pero eso no significa que sea necesariamente una novela realista o una crónica. Es evidente que ha vivido algo de lo que nos da. En esos detalles, en esa sensibilidad extrema que logra cuando construye sus personajes, hay conocimiento del otro”, ponderó Alarcón y celebró que en ese momento permitieran entrar a varias personas a la sala.
El autor agradeció a la escritora Elsa Drucaroff por el impulso que le dio para animarlo a escribir esta novela. “Yo crecí pendiente de la política, pertenezco a una familia politizada, comprometida con una determinada visión del mundo –recordó Fernández–. Yo estuve en la movilización de la CGT que terminó en represión, fui a putear a la dictadura y después, a los dos días, fui a festejar que recuperamos las Malvinas... Todos estamos a merced de vivir la contradicción en lo cotidiano y lo que es trascendente para la vida de un pueblo.”
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