CULTURA
Varios de los que escriben en Textos reunidos, analizando su obra, utilizan la palabra “marginalidad” para referirse a su escritura y sus personajes. ¿Cómo se conecta usted con ese concepto?
–Por un lado, siento que soy alguien del margen. Para la gente del teatro vengo del cine; para la del cine, del teatro. Y soy del interior. Fui parte del Nuevo Cine Argentino, pero bastante lateral, con películas raras, existenciales, poéticas, corridas. En teatro, es raro que alguien solamente escriba y no dirija, eso generó particularidad. El margen es un lugar que te toca, por tus condiciones sexuales, familiares, por ser del interior. Defiendo el margen. Estoy atravesado por esas voces. En cuanto a los personajes, no me interesa el triunfo. El bienestar no genera ficción. Cuando los artistas tienen una buena vida, generan un arte estéril. O diseño, forma, provocación. Pero el diseño en sí mismo es cosmético, no revulsivo ni entrañable. Me interesa la carencia, la zona rota. Mis personajes no serían el centro de atención en ninguna fiesta. Uno los ve en el momento en que hablan, pero generalmente, pareciera, no son de hablar tanto. Yo tenía la cosa armada para que me fuera mal, sabía vivir en la adversidad. Cuando algo empieza a ser favorable, lo mirás con rareza. La introspección sólo es posible si no estás en el centro, porque el centro marea. Lo nuevo pasa en las zonas periféricas.
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