“Este es el único foro que eligió un nombre de nuestra historia para el centro de la escena. Sabíamos que podía encontrar dificultades, porque cuando se dice Sarmiento se lo dice de diversas maneras: como alguien que no fue debidamente reivindicado, pero también como otros Sarmientos. Mi relación con él es la de un joven que viene de una tradición de izquierda para el que Sarmiento es un ilustrado, un hijo de la tradición jacobina de Mayo que piensa la derrota de tal revolución e identifica ese nombre en una tradición llamada Juan Manuel de Rosas... el Sarmiento de la educación, de la construcción. Pero está el de las frases brutales, desdichadas, el del litigio y la guerra civil. Discutirlo era abrir nuestra historia, porque en el contexto actual hay una concepción extraña que supone que plantear una sociedad en disputa es un error y Sarmiento es el corazón de la política como conflicto: en él está la irradiación de un liberal que también construyó una máquina política liquidadora de lo que pudiera oponérsele en tanto diferencia y diversidad. Podemos discutirlo y a otros constructores de la Nación con una distancia que no es pasividad, o frialdad historiográfica, sino pasándole el cepillo a contrapelo a la historia, como diría Walter BenjamIn.”