Con más de treinta obras de diversos géneros como actriz o directora, Lorena Vega considera que el teatro tiene un componente existencial. “Me permite ampliar la visión del mundo, reflexionar sobre la existencia desde una perspectiva vivencial y lúdica. Cada proyecto, además de lo que propone temática y formalmente, implica una nueva red de personas. Es una forma de conocerse y conocer más al otro”, opina. En este recorrido fueron claves sus encuentros con Alejandro Catalán y con Mauricio Kartun. “Con Alejandro tomás conciencia de la potencia del actor como materia física y, con Mauricio, tuve la oportunidad de componer un personaje riquísimo como Salomé: desde una petite seductora a una mujer pasional y hasta una salvaje desquiciada”, señala.