TEATRO
Usted se fue a vivir a España hace 17 años. ¿Con qué sociedad argentina se encontró en este regreso?
–Hoy encuentro un enfrentamiento más decidido entre polaridades. No tengo muy claro si esas polaridades son verdaderas o virtuales. Creo en la expresión de las personas, hasta que veo a alguien que dice algo y hace 3, 6 o 12 años defendía todo lo contrario. Yo soy de los que piensan que las personas no cambian. Cuando se los acepta dentro de los círculos de quienes organizan el terreno al poder verdadero, que es el que nunca se ve, me pregunto qué hacen esos bichos, por qué están criando garrapatas en el rebaño. Hay una sociedad más despierta que en los noventa. Hay mayor expresión política. El tema es a quién se asocia en el proyecto de querer cambiar una forma de vida que está siendo nefasta para mucha gente y que da privilegios a muy pocos. Hay avances en cuanto a derechos humanos y en otros aspectos, pero por alguna razón hay un 50 por ciento que está disconforme con lo que está ocurriendo. Así como hay un 50 por ciento que está conforme. Veo demasiada chicana y muy poco alto pensamiento.
–¿Se refiere al debate mediático?
–En los medios de comunicación todo es descalificación. Nadie escucha a nadie, nadie deja hablar al otro, nadie hace hincapié en las cosas concretas que se deben discutir. No digo que todos, pero sí la gran mayoría. Y ya sabemos quiénes son los reyes de la chicana: los que nos roban del bolsillo de tu saco, de tu cabeza y de tu corazón, desilusionándote y dejándote pobre y lleno de miedos. Una persona así es inestable. Ya no tolero escuchar a gente que se calló la boca olímpicamente ante todo lo que pasaba aquí. ¿Tengo que escuchar a personas que pusieron en la tapa de una revista “seguimos ganando” días antes de rendirnos en Malvinas? Y la revista se sigue comprando.
–Miguel de Cervantes escribió que “el pasado es el porvenir del futuro”.
–Hay quienes no desean que el pasado se conozca, y otros que desean que el pasado se conozca de una determinada manera y nada más. Si fuéramos una sociedad, no estaríamos sacando a los muertos cada vez que necesitamos ayuda. Como sociedad no tenemos que seguir generando ídolos, héroes, sino el día a día de todos. Debe cancelarse el espíritu tribal en Latinoamérica para no seguir siendo los más atrasados. Le preguntaría a buena parte de la clase política argentina si está contenta con lo que se ha construido en estos más de 30 años de democracia.
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