CINE › LOS PLANES DE MARVEL PARA EL CINE Y LA TELEVISIóN, UN UNIVERSO EN PERMANENTE EXPANSIóN
Ant-Man viene a cerrar la Fase 2 de un plan más que ambicioso, que entrecruza a los personajes de la factoría de comics y lleva las posibilidades al infinito. Hay películas y series planeadas al menos hasta 2028 y la rival DC Comics intenta lo suyo.
› Por Andrés Valenzuela
No, las películas de superhéroes no están de moda. Las películas de superhéroes llevan décadas en las salas de los cines, con frecuentes éxitos de taquilla y algunos fracasos oprobiosos. Es más, la presunta “moda” actual lleva más de diez años: la primera parte de la trilogía de los X-Men es de 2000, El Hombre Araña –dirigida por San Raimi– data de 2002, y Batman: Begins de 2005. Las modas no duran tanto tiempo. Tampoco se proyectan más de tres o cuatro films del género por año, como mucho. Hay algo que lleva a los espectadores una y otra vez a los cines, que motiva millones de descargas online y que alimenta una cantidad creciente de series de televisión. Ese algo es un plan sistemático para convertir a los superhéroes en la estrella dominante del género de cine de aventuras. Y Marvel Studios es el gran responsable de este fenómeno.
Lo primero que hay que entender es que Marvel Studios no está produciendo películas ni series de televisión. Lo que está construyendo es un universo ficcional entero, que da la casualidad de estar compuesto por películas y series. Tanto es así que Ant-Man, que se estrena hoy en los cines argentinos, es la última película de la Fase 2 de su plan de producción. La Fase 1 comenzó con la primera película de Iron Man (2008) y podría extenderse hasta 2028. Por lo pronto, ya hay películas confirmadas hasta 2019, pero se sabe de otras que irán más allá. Inhumans será la última de 2019 y –saben los seguidores de los comics– está atada a los acontecimientos que ya se están desarrollando en la serie de televisión Marvel: Agents of S.H.I.E.L.D., y que a su vez están mezclados con lo sucedido en las películas de Avengers y Capitán América. Eso permite hacerse una idea de lo extenso de los planes de Marvel y del complejo engranaje narrativo montado.
¿Es ambicioso? ¿Es desmesurado? ¿Es siquiera factible? La respuesta es “sí”. Sí, es ambicioso y desmesurado, pero lo que la pantalla mostró hasta el momento (y lo que las cuentas bancarias confirman) es que no sólo es factible, sino también muy redituable. Lo excepcional del caso es que esto se hace en cine. Porque en lo que a los comics respecta, las dos grandes editoriales estadounidenses (DC Comics y Marvel Comics) ejecutan este modelo de producción desde hace décadas. De hecho, se sabe que en la Casa de las Ideas hacen reuniones entre todos sus editores y sus principales guionistas a intervalos regulares, en las cuales se planean los destinos de sus universos ficcionales a mediano plazo. Lo único que hizo el departamento audiovisual de Marvel fue trasladar un modo de trabajo a otra disciplina. Y hacerlo funcionar, claro.
Este fenómeno parece mejor comprendido por el público que por la crítica especializada. En general, el espectador parece ir a “la nueva de Marvel” y ver cómo siguen ese mundo y esos héroes que ya conoce. La crítica, en cambio, habla de una película aislada de su contexto. En el mejor de los casos, aluden a que forma parte de una trilogía o de un pequeño plan. En muchos casos, además, exhiben un desprecio llamativo por el lenguaje de la historieta, que desconocen y que casualmente nació al mismo tiempo que el cine.
Para el sector, éste es un momento inédito. La industria se sorprendió cuando Peter Jackson filmó sus trilogías sobre el universo Tolkien de un tirón. Pero era razonable: abarataba costos, se aseguraba que ningún actor muriera entre un rodaje y otro. Tampoco era tan raro pensar la adaptación de una saga literaria de un modo similar. Lo que nadie había hecho era proponerlo a semejante escala ni sostenido durante tanto tiempo. Porque vale la pena insistir en el concepto: no se están produciendo películas, se está construyendo un universo. Y por eso también funciona.
La idea empezó en chiquito: al terminar Iron Man aparecía otro personaje (Nick Fury, encarnado por Samuel Jackson) proponiendo al héroe enlatado integrar un grupo más grande. El mecanismo se repitió en Thor, Hulk y Capitán América. Y luego, todos juntitos en Avengers, para cerrar la Fase 1 del plan marveliano. La Fase 2 amplió levemente el universo narrativo: aparecieron las aventuras espaciales con Guardianes..., tomó preeminencia el arco argumental englobador de Thanos (el malote de piel violeta) y las gemas del infinito, y se fomentó la rama televisiva. A las secuelas de todos los superhéroes ya presentados se agregaron Daredevil (y este mismo año Jessica Jones) en Netflix, y ahora Ant-Man. Lo curioso de esto es que en esta misma fase las líneas argumentales se dinamitan. Los Avengers están desbandados o reformándose, el mundo que se proponía en Avengers se deshizo en la segunda entrega de Capitán América, y la serie Marvel: agents of S.H.I.E.L.D. recogió ese guante. Por eso las aventuras del hombre hormiga hoy concluyen esta fase y dan pie a la tercera.
En esta tercera parte la idea es incorporar nuevos héroes. Viejas figuras para los lectores especializados, pero perfectos desconocidos para el gran público: Pantera Negra, Dr. Strange, Capitán Marvel o los Inhumans dicen poco y nada. Pero si consiguieron vender (y que los espectadores compren gustosos y pidan más) a un mapache demente y un árbol monosilábico, ¿quién dice que no podrán vender a estos otros? Y todo esto cerrará entre 2018 y 2019 con la tercera película de los Avengers, esta vez repartida en dos partes, pero oficiando de conclusión a las tropelías de Thanos. Más adelante no hay pistas ni anuncios.
Si la cosa marcha es porque además las películas (y en menor medida las series) de Marvel son buenas. Y por “buenas” no hay que entender ni “profundas” ni “artísticas”, sino buenas para lo que pretenden ser: solidísimos productos de entretenimiento pochoclero masivo, capaces de cautivar a un gran público de distintos países, géneros y franjas etarias. Con Avengers se copan desde los más chicos hasta los más grandes, con Agent Carter ofrecieron aventuras con un personaje femenino fuerte y valioso como no se veía en la pantalla chica desde Buffy la cazavampiros, y con Guardianes de la galaxia (que está más cerca de la ópera ficción que de los superhéroes como género) consiguieron lo que algunos llamaron “la Guerra de las galaxias de esta generación”. ¿Quién daba dos guitas por ese puñado de personajes indefendibles?
Todo esto dio pie a un fenómeno cuanto menos curioso: la aparición de fanáticos de las películas de Marvel. No de sus comics ni de tal o cual personaje, sino del universo cinemático en general. Gente que jamás leyó una historieta de superhéroes (y probablemente no vaya a hacerlo), pero que habla encantada de líneas argumentales que nacieron en ellas.
Hasta aquí sólo se mencionaron los planes de Marvel Studios/Disney Co. No se dijo nada de los de DC Comics (es decir, de su compañía propietaria Warner Bros.) ni de la cantidad de historias de otras compañías cinematográficas (como Kick-ass, Scott Pilgrim o Las tortugas ninja). Por un lado, los derivados de los comics independientes no pueden construir un proyecto cinematográfico de largo aliento. En el mejor de los casos, como The Walking Dead, arman una serie de televisión exitosa que se renueva una temporada tras otra. Los únicos que podrían disputar el liderazgo del rubro son los de DC/Warner, pero lo cierto es que hasta el momento mostraron un rol pasivo.
Las decisiones ejecutivas de DC fueron timoratas. Tardaron siglos en confirmar Batman vs. Superman, y aún no confirman que éste sea el inicio de un universo compartido con otros superhéroes de su colorida cartera. Llevan años temiendo hacer su Liga de la Justicia, grupo emblemático como pocos. Tantas son las dudas que en esta nueva película aparecerán la Mujer Maravilla y Aquaman, pero no se sabe nada de su rol ni se los está aprovechando para promocionarla. En el último trailer, lanzado en San Diego Comic-Con la semana pasada, tampoco hay pistas sobre el papel de la Mujer Maravilla, aunque aparece en dos pasajes. Además, el actor que encarna a Batman es otro que el de las películas de Christopher Nolan y en ningún momento de esas o de las dirigidas por Zack Snyder se aludía a un universo compartido. Al menos este nuevo trailer sacó de la modorra a sus fans, que venían reclamando hace rato tener “su” universo en la pantalla grande. Lo llamativo del caso es que a la hora de producir series televisivas, DC sí está haciendo bien los deberes. Tanto o mejor que su competidora.
En TV Marvel no cosecha el mismo éxito qu e en la pantalla grande. Agents of S.H.I.E.L.D. no es nada del otro mundo, aunque se sostiene y está muy involucrada con la trama general de su universo. Las buenas críticas recibidas por Agent Carter tampoco la elevan al Parnaso. El primer éxito auténtico en este campo llegó con Daredevil, que ya tiene confirmada segunda temporada y además forma parte de un paquete con otras miniseries de “vigilantes urbanos” que emitirá Netflix y culminarán con otro crossover entre héroes de pantalla chica.
Frente a eso DC propuso hace tres años Arrow y amplió rápidamente la idea con Flash. La clave aquí fue integrarlos a ambos en el mismo universo, haciendo frecuentes crossovers entre ambas series. Ahora se vienen más teleseries en el mismo universo, con Superchica y un grupo de descastados viajando por el tiempo para solucionar entuertos. También hay rumores de series con otros personajes menores de la editorial (incluso animados, pero vinculados al mismo universo ficcional), como si la compañía estuviera tanteando el terreno antes de meterse con nombras mayores. Desconectada de esta pequeña burbuja narrativa, DC agrega Gotham, sobre el pasado de la ciudad de Batman.
En definitiva, hay productos superheroicos para rato, no importa qué pantalla se elija. Si usted los detesta, paciencia y respire hondo. Si es de los que disfrutan, vaya al baño y compre el pochoclo antes de la función: en los años por venir no habrá respiro para los superpoderes.
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