Dom 23.08.2015
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CULTURA

Una edición significativa

La edición argentina de historietas tiene una cuenta largamente pendiente con la obra de José Muñoz. Sus trabajos más conocidos se encuentran desperdigados en revistas Fierro de la primera época o sólo llegan en ediciones producidas fuera del país, como el Carlos Gardel editado por Libros del zorro rojo. Hay apenas un antecedente, su Billie Holliday, publicado por Ojodepez!, hace ya varios años. De Alack Sinner no hay ni noticias. Por eso resulta particularmente significativa la aparición en un tomo de Sudor Sudaca, una de sus más aplaudidas colaboraciones con su eterno amigo, el guionista Carlos Sampayo. Detrás de la apuesta estará la editorial El hotel de las ideas, jovencísimo sello en fulgurante ascenso –para utilizar un término que gustaría al propio Muñoz.

“Como estamos fuera de moda sólo las editoriales nuevas se acuerdan de nosotros, hubo algunos intentos antes pero nunca se llegó a un arreglo que nos convenciese, y en está bien que salga junto con la muestra: además me cuentan que es gente respetuosa, conocedora y entusiasta, y hemos llegado a un cordial acuerdo.” Sudor Sudaca apareció originalmente entre 1981 y 1985, más o menos los años en que los integrantes de ese colectivo daban sus primeros pasos.

“Sudor Sudaca fue siguiendo los cambios de temperatura de este fragmento de Argentina del que somos Carlos y yo, de los otros que estaban alrededor nuestro, la gente que iba volviendo”, recuerda Muñoz. “Creo que es un paquete denso y vivo y forma parte del momento de transición, si te fijás la última historia es una especie de recomposición en que llega la calma, la posibilidad de no vivir en el terror”, ahonda. Alguna vez el dibujante definió esta obra como una “elaboración del dolor”, tanto el propio como el de su compañero guionista, y aún lo considera así.

“En nuestro trabajo, ¿qué creás? Sublimás a partir de los estímulos de la realidad. Estás buscando sobrevivir en más de un sentido. Entonces cuando los dolores son intensos, inexplicables, terroríficos... el dibujo significa tocar el dolor con la mano. Las palabras de Carlos suelen tocar lo que mencionan. Nosotros fuimos calmándonos en la sublimación, en la elaboración de ese dolor social y personal que cayó sobre nuestro país, que cae sobre otras partes del mundo. Entonces si la historia y la naturaleza parecen carecer de designios aceptables, los humanos tendríamos que tratar de que la cantidad de dolor sea la menor posible. Si las almas no existen, si un propósito narrativo que nos supere no existe, inventémoslo, así seguimos caminando.”

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