Durante su primera detención, el Patón Argüello conoció a través de uno de sus compañeros de celda la música que comenzaría a marcar el pulso de su nueva vida: el rap. Junto a él escuchó bandas y artistas como Control Machete, Eminem y Cypress Hill, en las que sintió un ritmo que lograba canalizar sus emociones. “La música era algo que no me había llegado nunca. Fue todo nuevo. También empecé a escuchar los Redondos adentro de la cárcel. Y escucharlos es un re mambo. No necesitás ni fumarte un porro. Después descubrí eso en muchas bandas: Deep Purple, Guns N’Roses, Led Zeppelin, Spinetta. Yo estoy mal y la música me pone bien. Me hace saber que hay lugares para desahogarse, para tirar cosas. Es una re descarga. Sería como una religión, si se quiere.”

Para el Patón, la experiencia que tuvo con aquellas bandas no puede extenderse a toda la música. Ese fue el motivo que lo llevó a rechazar ciertas ofertas para tocar con músicos que hoy lideran la escena del rap. “Han salido fechas para tocar con raperos como Esteban-El As! u otros que hacen el estilo gangster más que nada, y yo no quise. Voy con mi banda a hacer mi música, pero no me subo al escenario con ellos, porque voy en contra de lo que dicen. Para mí, no sirve. Hoy muchos delincuentes quieren volverse narcotraficantes escuchando a Daddy Yankee. Salen a la calle y vuelven encadenados, vestidos de reggaetoneros, diciendo ‘yo tomé mi caserío’. Y entran con causas de extorsión, de secuestro, de drogas, de armas. Lo mismo pasa con muchas bandas de la cumbia villera, que para mi funcionó para que el aparato delictivo se haga más grande. Esa música articula el barrio con la delincuencia, la droga y la cárcel. Como dice el sociólogo Bourdieu, son parte de una estructura estructurante. Y a mí eso me sacó toda la vida.”