MUSICA › LA ENTREVISTA QUE BOWIE DIO A PáGINA/12 EN NOVIEMBRE DE 1997, ANTES DE SU SEGUNDA VISITA
El 7 de noviembre de 1997, Bowie presentó Earthling con un show impecable en el estadio de Ferro. Dos días antes, este diario publicó una entrevista en la que habló de pasado, presente y futuro, con inevitables referencias al fin de siglo. Aquí se ofrece un extracto.
› Por Eduardo Fabregat
“Es muy bueno llegar al final del tour. Llevamos seis meses girando, hicimos Europa, Estados Unidos, México, Brasil, ahora estamos en Chile y nos vamos a Argentina, donde otra vez terminamos. Buenos Aires es otra vez el último show del tour”, explica David Bowie, refiriéndose a aquel Sound + Vision Tour que aterrizó en River en septiembre de 1990. Esta vez en Ferro la escenografía será diferente. No solo por los siete años transcurridos, sino por todo lo que ha cambiado el ideario artístico de este londinense de 50 años que se las arregla para seguir rastreando nuevos caminos aun en la inevitable canibalización musical de fin de siglo. Bowie suena como un caballero, en la entrevista telefónica que concede a Página/12. De hecho, Bowie es un caballero, más allá de todos sus cambios de piel. El último de ellos, Earthling, es una apuesta fuerte por la unión de maquinaria y sangre instrumental. Tan fuerte como su show de presentación, poco dado a las concesiones.
–Físicamente sí, estoy un poco cansado, porque los vuelos, especialmente en las últimas dos semanas, han sido tremendos. Y también hemos llegado a hacer tres shows seguidos, noche tras noche, lo cual es bastante extenuante. Pero al mismo tiempo lo disfrutamos, no puedo decir que haya habido un mal momento. En general ha sido una gira fantástica.
–El público, principalmente, que estuvo muy bien. Una audiencia muy generosa... y creo que les va a gustar lo que hacemos ahora, porque la lista no está orientada a los hits. Hay algunos pocos clásicos, lo cual es muy excitante para nosotros, porque tenemos mucho material nuevo para mostrar. Pero de todos modos hay varias canciones que probablemente la gente conozca. Cosas como “Fame”, “Fashion”, “Under pressure”, “All the young dudes”.
–Creo que la gente va a poder advertir que las canciones viejas funcionan perfectamente en el contexto del nuevo material. Hay una especie de continuidad que viene del pasado y se entronca con el presente. Cuando se escucha “Scary monsters” en el medio de dos canciones nuevas, se llega a la extraña conclusión de que podrían haber sido escritas todas en la misma época. Es interesante ver cómo funciona eso.
–Es un proceso al que empecé a acostumbrarme en los ‘70, cuando empecé a trabajar con Brian Eno. Pero fue muy bueno trabajar de la manera que lo hicimos esta vez: decidimos trabajar realmente rápido, entonces Reeves Gabrels y yo delineamos los contornos del álbum en unos nueve días, y el resto de los músicos se plegó para continuar durante otra semana. Creo que el proceso completo nos llevó tres semanas, quizás cuatro. Y yo a menudo descubro que cuando un disco está hecho así de rápido es muy bueno.
–Lo veo bastante mal (risas). No soy muy bueno profetizando lo que puede suceder en el futuro, pero puedo hablar por mí, y creo que la combinación que estamos logrando con la banda es bastante inusual, en el sentido en que ponemos instrumentos reales contra loops y samples y los hacemos trabajar. Usualmente, cuando uno ve a una banda dance, por ejemplo, encuentra sobre el escenario a una o dos personas que trabajan fundamentalmente con loops. Las bandas de rock lo hacen con instrumentos. Pero la combinación que logramos no es tan común. Y la música que se produce tampoco... Earthling es bastante poco común en ese sentido. Y la intención es seguir trabajando en esa dirección, que nos ha abierto un campo propio. Es el territorio que queremos para nosotros.
–Sí, sigo pintando y en los últimos tres años estuve esculpiendo mucho. Estoy preparando una exhibición en Milán para abril del año próximo, lo cual me tiene muy preocupado porque tengo que terminarla (risas). De verdad, tengo que terminar este tour.
–Creo que es meramente otra manera de ver las cosas. A menudo uno lidia con los mismos temas. Estoy descubriendo que mucho de lo que sucede en las artes visuales refleja de algún modo los contenidos que se encuentran en la música de los 90. Por eso me gusta tanto interrelacionarme con ambas vertientes. Y eso tiene que ver con un hecho que sí caracteriza a este fin de milenio en particular, que es el comienzo de la disolución de las formas artísticas. Se están transformando, están tomando más conciencia una de otra, hay muchas artes visuales y música sucediendo juntas. Y eso me parece muy saludable.
–Así me han dicho... suena bastante interesante (risas). Pero es natural que si una canción es buena pueda ser tocada de cualquier manera, hasta en una orquesta de una sola cuerda. No tengo problemas en traducir las canciones a un esquema de solo dos guitarras acústicas, y aún así suenan bien. Y creo que eso dice algo acerca del estado actual de la composición.
–No, realmente no me excita demasiado trabajar en películas. No es una prioridad. Mi energía hoy está dirigida a la música que a cualquier otra cosa, en segundo lugar las artes visuales... y el cine viene bastante atrás de todo eso. Recibo muchas ofertas, sí, pero usualmente estoy muy ocupado en grabar o girar para considerarlas. No es algo que extrañe.
–Creo que la palabra que mejor lo representa es “entusiasta”, es el sentimiento más fuerte que tengo. Me excita y me entusiasma el hecho de tocar estas canciones para un público que es nuevo cada vez. Y creo que la gente percibe eso en el show. De verdad. De algún modo, levantan ese entusiasmo, lo adoptan. Y la noche se vuelve memorable para todos.
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